A la mañana siguiente, Salva todavía seguía un poco confuso por lo ocurrido el día anterior con sus amigos aunque bastante más aliviado gracias a su amigo Joe que le acompañó todo el tiempo, alegrándole el día.
Se encontraba medio adormilado, tumbado en su cama y mirando pensativo el techo. Su habitación estaba en penumbra ya que las persianas estaban bajadas y la única luz que se percibía era la de su ordenador y su equipo de música. Sabía que faltaba poco para que sus padres se presentaran por sorpresa en su habitación: lo hacían todos los años. A veces creía posible que se presentaran todos los años en su habitación cuando comenzara la universidad o cuando comenzara a vivir solo. Con unos padres como los suyos, las posibilidades eran óptimas.
Y así fue. De repente se abrió la puerta de su habitación y entraron sus padres cargados con una bolsa, y sonriendo alegremente. Salva solamente gruñó.