lunes, 9 de septiembre de 2013

"3 países, 9 vidas" <> CAPÍTULO 17


Oscuridad. Nada más que oscuridad. No veía nada pero estaba tranquilo. Salva sabía que despertaría pronto: lo notaba. Sentía la presencia de todos los que le habían visitado. Entre la oscuridad recordaba los rostros llorosos y preocupados de sus amigos: Joe, Momo, Step, Marc, Carl, Lora, Valen, Mariana... Eli. A ella la recordaba mejor que a nadie. Le dolió verla así de triste y preocupada por culpa de él. Pero ahora que todo había terminado se creía capaz de protegerla y amarla siempre. Volvió a ver su rostro, pero esta vez estaba sonriendo, sus ojos azules enmarcados por su pelo rubio, sus mejillas teñidas de un tímido rojo...

-Eli... -pensó adormecido, esforzándose en abrir los ojos. Quería verla-. Eli... -consiguió susurrar esta vez, sus ojos entreabriéndose.

Percibió un rápido movimiento a su derecha. Giro lentamente la cabeza para ver vagamente, entre sus párpados semi-cerrados, una cabellera rubia levantándose. Eli... Estaba allí. Con él, tomándole de la mano. Estaba esperándole.

-Eli... -repitió más alto.

Escuchaba cómo lo llamaba, entre lágrimas de alegría, pero la escuchaba muy lejana, como si tuviera los oídos taponados. Sintió las cálidas manos de su amada en sus mejillas, calentándolas. Pronto apareció en su campo de visión el rostro enrojecido de su madre, llamándolo también. Todo lo que pasó a continuación pasó muy rápido: llegaron unos cuantos médicos con una enfermera para revisarle, fue despejándose poco a poco, hasta que por fin pudo responder más o menos a las preguntas triviales que le planteaban los médicos, fue abrazado y besado por todos sus amigos y padres; Joe y Momo fueron los últimos en llegar y su amigo lo primero que hizo fue darle una reprimenda para después darle un fuerte abrazo que lo dejó sin aliento; sin embargo, Momo le colocó el pelo rebelde del flequillo, su gesto de amistad entre ellos dos, con rostro tierno y amable, después le dio un cariñoso beso en la mejilla. Los únicos que faltaban eran Marc y Step, pero supuso que habían ido a descansar y no los culpó. Sus padres le habían dicho que todos sus amigos se habían quedado toda la noche con él, esperando a que despertara.

Hasta el último momento en que sus padres se despidieron de él para ir a casa a cambiarse, Eli había estado aguardando en una de las esquinas de la habitación, sonriendo en silencio. Observó con alegría todos esos abrazos, besos y palabras amables y cariñosas con las que todos habían colmado a Salva. Se lo merecía. Claro que sí. Se cerró la puerta tras el padre de Salva y se quedaron solos. Se miraron sonrientes.

+.-o-.+


-No sé que acaba de pasar, ha sido todo tan rápido... -dijo con tono divertido y un tanto adormilado todavía. Eli soltó una dulce carcajada y luego mordió su labio inferior, intentando reprimir las lágrimas que se acumulaban en sus claros ojos. Salva la miró con emoción, reprimiendo sus propias lágrimas- Ven, ven aquí -ordenó con voz cariñosa y a la vez un poco rota. Estiró sus brazos hacia ella, invitándola a acercarse.

Eli aceptó la invitación y corrió a los brazos de Salva. Tan pronto como sintió los brazos cálidos a su alrededor, se lanzó a los labios del chico. Salvatore no se sorprendió por ello: quería aquel beso desde que probó por última vez los finos labios de Eli. Suspiró con deleite al sentir las manos de su amada enredándose en su pelo mientras que la suya se colocaba en la nuca de la chica para profundizar el beso. Sus respiraciones comenzaron a fallar debido a la falta de oxígeno. Se separaron sin ganas, jadeando levemente.

-Te amo, te amo, te amo, te amo -repitió Eli cerca de los labios de Salva, como si quisiera grabar aquellos sentimientos para siempre- No vuelvas a darme un susto como este nunca más, te lo prohíbo, no puedes volver a hacerme esto, no... -decía comenzando a llorar.

Salva sonrió enternecido-. Shhh -calló cariñosamente limpiando con los pulgares las lágrimas que caían por sus rojas mejillas- No volveré a hacer nada que haga sufrir a la chica que amo, lo prometo -dijo a modo de juramento mientras le sonreía tranquilizadoramente.

-No prometas nada si no sabes que lo vas a cumplir... -reprendió con una pequeña sonrisa que iba floreciendo en su rostro- Ya sabes que eres culo de poco asiento: eres un busca problemas -dijo riéndose mientras se limpiaba las lágrimas.

-¡Oye! No es culpa mía que una pandilla de adolescentes mafiosos vayan detrás de ti -respondió a modo de pulla, pero en tono divertido. A Eli no le pareció gracioso y frunció el ceño. Él medio sonrió y después le dio un pequeño toquecito en el entrecejo con el dedo índice. Dejó un pequeño beso en los labios, que degustó lentamente- Te amo -susurró aun con los ojos cerrados.

-Yo también... mucho, mucho, mucho -respondió apasionada Eli a la vez que acercaba de nuevo sus labios a los de Salva.

Mientras se besaban, sonreían y reían enamorados. Estaban juntos y eso les hacía muy feliz. Pero cuatro personitas en la puerta pensaban que la escena que estaban presenciando era un poco incómoda para ellos. Se miraron entre los cuatros que estaban y la chica más desvergonzada decidió ser ella la que llamase la atención.

-Ejem, ejem -carraspeó la garganta la chica pelirroja tapándose la boca con un puño y cerrando los ojos con aspecto profesional.

Las risas pararon. Eli miró atrás con sorpresa y un poco de vergüenza en sus ojos, y Salva estiró un poco la cabeza hacia arriba para ver detrás de Eli. Ambos se quedaron sorprendidos de ver allí a Hina, Lenna y a los dos chicos que se habían visto involucrados en el accidente. Se quedaron sin habla, totalmente en blanco.

-S-sentimos haber interrumpido, Eli -se disculpó Lenna sonrojada. Hina los miraba divertida, y los otros dos también sonrojados.

-Eh... No, no pasa nada... -dijo simplemente la aludida sin poder excusarse. De todas maneras no iba a colar nada: los había visto.

Salva, un poco abochornado, sonrió nervioso, pasándose una mano por su pelo revuelto-. Pasad, pasad -invitó amablemente.

Los cuatro entraron completamente en la habitación. Eli se bajó de la camilla y se puso al lado de la mesilla, dejando espacio.

-¿Qué tal estás, Salva? -preguntó un tanto preocupada Lenna.

-Por lo que se ve, está perfectamente -inquirió Hina sonriendo traviesamente a Eli y Salva aleatoriamente.

Philip y Fabio reprimieron una carcajada mientras que Salva se lo tomaba con muy buen humor y reía. Eli lanzó una mirada de reprobación a todo el grupo. Pero una caricia de Salva hizo que lo diese mucha importancia.

-No importa, Eli... -dijo con una sonrisa tranquila- Estoy bien, gracias por preocuparos -agradeció mirando a los chicos.

-De nada -respondieron los cuatro a la vez.

-¿Y vosotros? ¿Estáis heridos? -preguntó un tanto preocupado- No pude hacer nada y...

-Tranquilo, no pasó a nada más -respondió aliviado Philip. Salva se quedó observando a los dos chicos del grupo.

-Eh, chicos, gracias por arriesgar vuestra seguridad para salvar a unos desconocidos -dijo Eli adivinando las intenciones de Salva, quien asintió con la cabeza.

-Cuando ves a alguien en una situación así lo menos que puedes hacer es ayudarlo de algún modo -sonrió Fabio.

-Aunque al final no lo consigas -continuó burlón Philip pero agradecido por la mención- Encantado, soy Philip -se presentó a Eli y Salva.

-Y yo me llamo Fabio -se presentó a su vez con una sonrisa- Nos alegramos de que estés bien.

-Gracias, Fabio, Philip -agradeció Salva tomando la mano de Eli.

+.-o-.+

Marc y Step se encontraban en un Starbucks cerca del hospital, ya que el café que servían allí les parecía mejor que el del hospital. Salieron de la cafetería con los vasos de papel con el logo verde de la cadena de cafeterías Starbucks en la mano. Eran las ocho y media de la mañana y acaban de ver un mensaje de Eli diciendo que Salva había despertado. Caminaron deprisa hacia el hospital y cuando estaban llegando a la entrada, vieron que un chico de su edad llegaba a la par que ellos. No lo reconocieron porque llevaba puesta una capucha pero cuando iba a entrar se la quitó y dejó a la vista el rostro inconfundible de Paolo. Marc y Step se miraron incrédulos y corrieron hacia el chico.

-¿Paolo? -preguntó curioso Step. El susodicho se giró hacia ellos.

-Chicos... -dijo un poco ido.

-¿Vienes a ver a Salva? -preguntó Marc mirándolo de reojo mientras pasaba por su lado y abría la puerta.

-Sí -afirmó frunciendo el ceño. Entró después de Stephano y metió las manos en los bolsillos de su cazadora- Me he enterado de lo ocurrido en cuanto me he despertado para correr... La noticia sale en todos los informativos, tanto nacionales como internacionales -explicó mientras los otros dos asentían serios. Carl ya les había informado de la repercusión que había tenido la noticia.

-La capitana nos acaba de avisar de que Salva ya ha despertado -anunció Marc pulsando el botón del ascensor.

-¿Eli? -murmuró para sí.

-Sí, no ha salido de la habitación de Salva desde que nos dijeron que podíamos verlo -dijo Step soltando un suspiro de cansancio- Todos estamos mal por lo ocurrido pero ella está peor que mal -frunció los labios.

-"Así que ella..." -pensó un tanto triste Paolo al darse cuenta de que su amada ya había escogido a quien amar.

Cuando andaban por el pasillo donde se encontraba la habitación de Salva, escucharon las voces y risas de dos personas que conocían muy bien. Llegaron a la puerta (que estaba abierta) y vieron a Eli y a Salva bromeando y riéndose con las manos entrelazadas. Paolo sintió que su corazón se encogía imperceptiblemente, pero dolía ver aquello.

-¡Salva! -exclamó contentísimo Step mientras entraba con los brazos en alto. Marc sonrió a su amigo con emoción.

-¡Chicos! -saludó Salva levantando la mirada.

Eli se levantó de la silla con una sonrisa alegre y fue la única en darse cuenta de la figura de Paolo parada en la puerta mientras que Step se abalanzaba sobre Salva y le abrazaba, y Marc le chocaba la mano como solo ellos sabían. Después, comenzaron las preguntas de rigor y comenzaron a meterse de broma entre los tres. Pero Eli carraspeó la garganta mirando de reojo a Paolo y todos la miraron.

-Creo que alguien más quiere verte, Salva -dijo Eli viendo como con aquellas palabras Paolo entró completamente en la habitación. Los tres chicos se dieron la vuelta.

-Paolo... -pronunció con sorpresa Salva, estableciendo contacto visual con Paolo.

Step y Marc se miraron-. Bueno, nosotros nos vamos. Tenemos que pasar por casa -dijo Step. Salva asintió todavía mirando a Paolo.

-Yo también me voy un momento a comer algo... Ahora vuelvo -dijo Eli mirando aleatoriamente a chico y a otro. Después, sonrió un poco nerviosa y salió de la habitación.

+.-o-.+

-Cardanni... -comenzó diciendo Paolo acercándose a la camilla. Una vez frente a Salvatore, lo miró de una forma que no sabría describir- ¿Qué tal estás? -preguntó trivialmente para comenzar amenamente la conversación.

-He estado mucho mejor, créeme -respondió sonriendo sarcásticamente. Miró detenidamente a Paolo, intentando saber el porqué de su visita. Después de todo, no eran grandes amigos ni mucho menos- Pensaba que no vendrías a verme -soltó sin rodeos.

-¿Pero qué dices? No soy tan mal perdedor como para no venir a verte -dijo en tono burlón.

-¿A qué te refieres con lo de "mal perdedor"? -preguntó un tanto sorprendido.

-Pues que he perdido, tan simple como eso -respondió encogiéndose de hombros- Está más que claro que desde el principio Elisabetta te amaba a ti. Por desgracia, yo me di cuenta demasiado tarde de lo que sentía por ella -explicó Paolo con voz calmada, aunque se le notaba que estaba un poco dolido. De repente, sus ojos mostraron agradecimiento- Gracias por enfrentarte a esos mafiosos para proteger a Elisabetta. Las noticias decían que el cabecilla había estado detrás de ella bastante tiempo, bastante como para poder haberme enterado y haber podido hacer algo, pero no pude... -dijo frunciendo el ceño con rabia- Pero tú sí, y me importa un comino si ella no me ha escogido: prefiero que esté contigo antes de verla en peligro o herida -terminó diciendo con la misma mirada.

Salva se quedó sin palabras ante tal revelación-. Paolo... No sé qué decir... Yo pensaba que al vernos juntos a Eli y a mí antes te lo tomarías mal y acabaríamos más o menos como la última vez -dijo anonadado Salva.

-Sí, me lo imagino -sonrió con diversión al ver el asombro de Salva- Todavía lo recuerdo...

FLASHBACK

Paolo parecía bastante malhumorado y magullado, se levantó trabajosamente del suelo y luego se encaminó hacia un chico también moreno y más o menos de su misma edad y estatura. Cuando se hubo colocado a su lado, le dijo:

-Si te escoge a ti… -dijo en tono serio. El otro muchacho se dio la media vuelta al escucharlo. Vio que Paolo tenía una sonrisa falsa dibujada en la cara- Si te escoge a ti, sería justo que te devolviera el puñetazo que me has dado hoy –Salva se sorprendió. Luego sonrió, soltó una carcajada de autosuficiencia y acto seguido, se dio la vuelta para alejarse. Levantó una mano en señal de despedida y a la vez de aceptación.

-De acuerdo. Pero dame lo bastante fuerte como para saber qué tanto quieres a Elisabetta… Así estaremos en paz –dijo tranquilo mientras se alejaba, dejando a Paolo con una sonrisa pícara…

FIN DEL FLASHBACK

Ambos se quedaron en un silencio un tanto incómodo-. Hey, ¿no pensarás que te vaya a dar un puñetazo ahora, tal y como estás, no? -preguntó un tanto preocupado Paolo.

-La verdad, te agradecería que no lo hicieras -dijo señalándose la zona morada de su mejilla en la cual había impactado un puñetazo.

Ambos comenzaron a reír como si fueran buenos amigos. Después se miraron sonrientes-. Mira Salvatore, no quiero que estemos peleados por algo que ya se ha acabado y quiero que haya buen rollo entre nosotros, ¿entiendes? -dijo Paolo amigable.

-Claro, yo quiero lo mismo -aceptó Salva sonriente- ¿Amigos, entonces? -preguntó ofreciendo su mano.

-Sin rencores -dijo Paolo dándole un apretón de manos- Sé que cuidarás muy bien de Eli; de hecho, ya has demostrado que puedes protegerla -comentó sonriendo de lado.

Salva asintió, emocionado de haber conseguido un nuevo amigo. En ese momento sonó el tono de un móvil y Paolo comenzó a buscar por todos los bolsillos de su vestimenta hasta que encontró su móvil en el bolsillo trasero de su pantalón vaquero. Lo sacó y lo desbloqueó.

-Lo siento, me tengo que ir. Mi hermana pequeña me ordena que la lleve al centro comercial y le sirva como chico de las bolsas -anunció un tanto molesto.

Salva rió-. No te preocupes que aunque no tenga hermanas pequeñas tengo que soportar a Lenna y a su amiga, como si lo fueran -explicó divertido Salva.

Paolo se unió a su risa-. Bueno, vendré a verte cuando pueda... o mejor dicho, cuando mi hermana me libere -dijo abriendo la puerta y girándose para guiñarle un ojo cómplice. Salva soltó una carcajada.

-Hasta luego -despidió Salva viendo salir a su nuevo amigo.

+.-o-.+

Eli esperaba fuera de la habitación. No había podido ir a ningún lado sabiendo que los sentimientos de ambos chicos chocaban. Estaba pendiente de escuchar algún sonido raro para poder intervenir en el momento. Hacía poco, Lora, Valen y Mariana habían ido a darle un café para que repusiera las fuerzas que había perdido durante toda la noche. Insistieron en que fuera con ellas a dar una vuelta para que tomara un poco de aire fresco pero ella se negó diciendo que todavía le quedaban cosas por hablar con Salva. Cuando se enteraron de que Paolo estaba dentro con él, se preocuparon un poco porque ellas también estaban al corriente de los sentimientos de Paolo por Eli. Pero dejaron a Eli sola a sabiendas de que iban a sobrar allí una vez el visitante se fuera. De repente, la puerta se entreabrió y escuchó una carcajada proveniente de Salva y después la despedida hacia Paolo que salió con una sonrisa en la cara, cerrando la puerta suavemente. Se encontró con el rostro curioso de Eli.

-¡Oh! ¡Hola! -saludó alegremente Paolo mientras se acercaba a ella y le daba un beso en la mejilla como saludo- Siento no haberte saludado antes pero es que tenía que hablar de un tema importante con Salvatore y... -decía lanzado.

-¿Y de qué habéis hablado que os habéis reído tanto? -preguntó Eli sorprendida.

-¿Has estado escuchando? -preguntó Paolo- Bueno, da igual, son cosas nuestras, nada importante te lo aseguro -aseguró sonriente Paolo. ¿Desde cuándo Salva y Paolo tienen "sus cosas"? Aquella situación era tan rara que era difícil de creer- Bueno, me tengo que ir. Mi hermana es muy impaciente. ¡Adiós! -despidió echando a correr por el pasillo dejando a Eli muy sorprendida.

Entró en la habitación de Salva aun con cara sorprendida y se lo encontró bebiendo del vaso de agua que estaba en la mesilla.- ¿Qué ha pasado? Paolo estaba muy raro cuando ha salido -explicó Eli.

Salva alzó las cejas con sorpresa y apuró el vaso de agua hasta la última gota. Después, se estiró para dejarlo otra vez en la mesilla-. ¡Eli! Pensaba que ibas a tardar un poco más -especificó con una sonrisa inocente.

-Venga, no cambies de tema, ¿de qué habéis hablado? -preguntó inquisitiva.

-Cariño, no te preocupes, no ha sido nada... grave -acertó con la última palabra.

Eli alzó una ceja inquisidora mientras que se cruzaba de brazos impaciente. Daba la impresión de que no se movería de allí hasta que no le contara lo que quisiera. Salva suspiró, pensando por donde iba a comenzar.

-Pues nada, ha venido a visitarme porque no se había enterado de lo ocurrido hasta esta mañana. También me ha dado las gracias por protegerte -dijo mirándola a los ojos.

Eli suavizó su gesto-. ¿En serio? Salva... -dijo con voz un tanto culpable.

-Sé lo que él siente por ti y él sabe lo que yo siento por ti. Está contento de que estemos juntos, no te preocupes por eso. Ha venido para decírmelo -dijo con una leve sonrisa cogiendo suavemente la mano de Eli- Todo ha quedado arreglado entre nosotros y ahora somos amigos -terminó diciendo Salva agrandando su sonrisa.

Eli no dijo nada, sólo se dejó llevar por la alegría contagiosa de Salva. Dio las gracias mentalmente a Paolo. Más tarde tenía que hablar con él.

-Sólo espero que entre tú y él no hubiera ningún lio importante -dijo Eli hundiendo sus dedos en la melena castaña de Salva.

Salva tragó grueso-. No... Para nada. Lo típico que pasa entre rivales... -decía nervioso, intentando que sonaran convincentes sus excusas.

-Sí, ya, lo típico -bufó divertida Eli.

-Sí -afirmó temeroso.

Eli rió con ganas. Ella sabía, más o menos, que Paolo y Salva habían tenido, por lo menos, una pelea. Pero no quería seguir con aquello. Lo pasado, pasado está.

-Bueno, por lo menos sé que Paolo no te quiere matar -dijo Eli con sentido del humor. Salva se sonrojó por aquella pulla hacía su criterio.

-JA JA JA, qué graciosa -rió sarcásticamente Salva frunciendo el ceño.

-Ya ves -repuso Eli con una sonrisa mientras le daba un beso en los labios. No duró mucho, y Eli dijo con mirada traviesa-: Esta vez la puerta está cerrada -dijo como indirecta.

Salva dejó que una media sonrisa se le dibujara en su cara antes de besarla. Le encantaba aquella actitud traviesa que adoptaba Eli en algunas ocasiones. Aquello sólo le hacía amarla mucho más. Eli sentía que se derretía entre los brazos de Salva mientras que sus manos la acariciaban de una manera tan dulce y cuidada que se sentía el ser más amado del mundo. Sintió algunos dedos de Salva colarse por debajo de su camiseta, quemando su piel bajo el cálido tacto de sus yemas. Estaban en un hospital y lo que estaban haciendo no estaba bien. Era un acto un tanto inmoral pero eso hacía que tuviera más morbo que cualquier otra cosa para los dos adolescentes. Y justo cuando las manos de Salva estaban levantando completamente la camiseta de Eli, alguien llamó a la puerta. Ambos abrieron los ojos, aun con sus labios besándose. Se separaron rápidamente: Salva soltó la camiseta de Eli y ella desenredó sus dedos del pelo de Salva. Eli se bajó de la camilla y se colocó bien la camiseta y el pelo, y Salva intentó peinarse el pelo con los dedos lo mejor que pudo. El médico que entró los observó unos instantes: dos adolescentes acalorados y un tanto nerviosos. Sonrió divertido ante aquella escena y se acercó a la camilla.

-Parece que ya te encuentras mejor, Salvatore -dijo haciendo que ambos se sonrojaran aun más- Esta chica te está animando bastante, ¿verdad? -preguntó mirando divertido la incipiente erección que se detectaba entre las sábanas. Los dos adolescentes querían morirse de la vergüenza. El médico rió- Tranquilos, nada saldrá de esta habitación -prometió guiñando un ojo- Pero tengo que pedirle a la señorita que salga por un rato para poderle hacer las pruebas médicas periódicas a Salvatore -pidió amablemente.

Y sin que hiciese falta que se lo repitiera otra vez, Eli salió de la habitación sin decir ni una sola palabra. Cuando estuvo fuera exhaló un largo suspiro de alivio. Aquel médico había sido muy considerado y  bueno con ellos. Aunque se sentía bien haber sido mala y atrevida por una vez.


Sonrió mientras sentía aun las manos de Salva recorriendo su espalda.

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