lunes, 2 de abril de 2012

"3 países, 9 vidas" <> CAPÍTULO 9



Una chica estaba andando por un túnel. Se la veía muy triste y estaba llorando.  Había mucha gente al otro lado del túnel y ella los miraba pero no veía a quien, desde lo más profundo de su ser, ansiaba ver. Siguió avanzando desesperadamente por la sinuosa gruta hasta que sus lastimados y cansados ojos divisaron de forma imprecisa una silueta que le resultaba muy familiar… Ella corrió hacia él, deseando que no volviese aquella terrible oscuridad. Ya podía ver el semblante tierno y sonriente de su amigo, mirar esos ojos azules tan penetrantes… Él le extendió la mano con esa amplia sonrisa que le caracterizaba. Ella, devolviéndole la sonrisa, se dispuso a darle la mano. Sus manos se juntaron, ella le miró a los ojos y entonces se fundieron en un cálido y profundo beso…


-¡Eli despiértate de una vez jopé! –gritó Momo mientras zarandeaba a su amiga. Momo, al ver que no se levantaba la empezó a zarandearla más violentamente- ¡ELI! –gritó.

-Qu... ¿Qué…? –dijo Eli mientras se frotaba los ojos y se recomponía de aquel profundo sueño.

-¡Tenemos que bajar a desayunar! ¡Nos vamos en 1hora! –gritó Valen desde el baño.

Eli al oír a Valentina, se levantó bruscamente de la cama, se puso unos vaqueros, la sudadera del equipo de fútbol del instituto, los calcetines y sus queridas zapatillas Nike. Una vez hubo terminado de vestirse recogió el pijama y bajó como una flecha al comedor para desayunar junto a sus compañeras de cuarto.

+.-o-.+

-¡Qué rico! –dijo Step mientras saboreaba un trozo de pan con aceite.

-¡Ya te vale! –dijo Marco mirando con molestia su tostada con aceite– Si esto lo comes todas las mañanas en tu casa –dijo alzando su tostada mientras miraba a Step.

-Ya… ¡Pero aquí todo me sabe mejor! –dijo dándole un gran mordisco su tostada. Marco le miró sin saber qué decir y Joe sonrió.

Joe miró hacia la puerta del comedor y se preguntó en dónde se habría metido Salva.

-Oye… -empezó Joe mientras miraba a Marco y daba un sorbo a su café- ¿No me digas que el dormilón de Salvatore todavía está en la habitación roncando como un loco? –dijo riéndose.

-Buf, no he pegado ojo con esos ronquidos –dijo riéndose Step.

Entonces Marco dirigió sus ojos verdes hacia la mesa buscando a su amigo. Se iba a girar para contestar a la pregunta de Joe cuando vio como Salvatore, con un pijama azul con pequeños Pikachus dibujados, se dirigía con pasos torpes a la mesa de sus amigos.

-Chicos… Creo que le he encontrado –dijo alucinado Marc.

Los otros dos se volvieron y se quedaron con la misma cara de Marc. Los tres se miraron entre sí y sonrieron divertidos.

-¡Buenos días! –dijo bostezando Salvatore que, por lo que se veía, no se había dado cuenta todavía de que estaba en pijama.

-Buenos días –dijo Joe tratando de no reírse mientras miraba de reojo la pinta de su despistado y adormilado amigo.

En aquel momento, Eli y Momo se acercaron con sus respectivas bandejas a la mesa de los chicos. Momo se sentó al lado de Joe y le  dio un beso en la mejilla y sonrió con una amplia sonrisa, mientras que Joe se apoyaba en el respaldo de su silla y pasaba uno de sus brazos por el respaldo de la silla de Momo. Mientras tanto, Eli depositó su bandeja encima de la mesa y se volvió hacia Salvatore. Cuando le miró se acordó del sueño que había tenido esta mañana y no pudo evitar sonrojarse notablemente, además de que no se lo esperaba con pijama incluido.

-Salva… ¿Qué haces con el pijama? –preguntó Eli mirándole de arriba abajo– No sabía que te gustaba todavía Pikachu, jejeje. ¡Qué mono eres! –añadió Eli guiñándole un ojo a Salva, un poco sonrojada.

Salvatore, al darse cuenta del ridículo que estaba haciendo, decidió poner pies en polvorosa antes de hacer más el ridículo delante de la chica de su vida y de sus amigos.

- Vuelvo en un momentín –dijo loco de vergüenza mientras salía rápidamente del comedor.

Ya habían pasado varias horas: habían visto el Vaticano, el Circo Romano, el Coliseo y el Panteón de Agripa. La profesora decidió dejarles varias horas libres para ir a comer dónde quisiesen. Marco, Valen, Lora, Step, Salvatore,  Joe, Momo, Elisabetta, Carlo y Mariana decidieron irse a comer a la pizzería Dar Poeta. Mientras que los demás eligieron los McDonald’s y Burger King.

Cuando acabaron de comer, fueron a ver una obra de teatro muy famosa en Italia a la Ópera, La Traviata.

-¡Qué bonito ha sido! –dijo Momo con estrellitas en los ojos mientras salía de la ópera.

-Me ha encantado –dijo Salvatore radiante, ya que le había encantado la obra. Era su favorita y se la sabía de memoria, verso por verso.

-A mi me ha parecido preciosa –dijo Joe dándole disimuladamente la mano a Momo.

-Ha sido hermoso… -dijo Eli mientras miraba extrañada el color del cielo.

-¿Qué pasa Eli? –preguntó Momo poniéndose al lado de la chica y llevando de la mano a un Joe un poco anonadado todavía.

-No sé… Creo que va a nevar… -dijo ella mirando a su amiga feliz.

Todos se colocaron al lado de ella y miraron al cielo grisáceo. Estuvieron unos momentos observando y pensando en las muchas probabilidades que tenía el tiempo de caer una gran nevada.

-Bueno, vamos –empezó a hablar Salvatore–Tenemos que continuar con la visita, porque si empieza a nevar no creo que podamos ir a ningún lado –añadió sonriendo divertido.

Entonces, Eli se acercó muchísimo a Salvatore y le quitó un pequeño puntito blanco del jersey. Acto seguido volvió a mirar al cielo y empezó a sonreír. Salvatore que estaba rojísimo por la cercanía de la chica, se atrevió a preguntar:

-Eli… ¿Qué era?

-Amm –dijo ella también algo ruborizada por ese leve contacto–Es… nieve… jejeje. Se acerca la navidad–añadió dándose la vuelta para encarar emocionada a sus amigos.

-Me encanta la navidad… -dijo Momo en un susurro mientras se recostaba involuntariamente en el hombro de Joe. Éste la miró azorado, entrelazando con más fuerza su mano con la de la chica.

-“A partir de ahora, las navidades serán mis vacaciones preferidas…” –pensó Joe mientras que le acariciaba la mano con el dedo pulgar.

Cuando Marco, Valen, Step, Lora, Carlo y Mariana salieron de la Ópera no pudieron evitar reírse por aquella escenita tan particular: Momo recostada en el hombro de Joe; Joe, mirando a Momo tiernamente, Salvatore  mirando a Eli mientras esta miraba a su vez como caen los copos de nieve…

-“Patético” –pensó Marco para sí. Aunque él estaba recreando aquella escena “patética” junto con Valen, que le pasó un brazo por la espalda y le abrazó.

Cuando todos los alumnos salieron fuera de la Ópera, la profesora comenzó a explicarles lo que harían a continuación:

-Bien –empezó, y miró a todos seriamente, con una ceja levantada– Ahora, como sé que hay gente adicta a comprar ropa, he decidido que podéis ir a comprar y, si se os hace tarde, podéis también ir a cenar donde queráis... Pero os quiero a TODOS de VUELTA como MUY TARDE a las 11:30. Capito?

-SII –dijeron los que quedaban, ya que los demás al oír la palabra “comprar” habían salido corriendo. La profesora esperó a perder a los últimos alumnos de vista para después decir:

-Estos niños… ¿Dónde estarán los demás? –se preguntó mirando a su alrededor, buscando a sus compañeros de trabajo.

+.-o-.+

Estuvieron el resto de la tarde comprando, de un lado a otro del centro de la enorme capital italiana.

Pallina se fundió 400 euros en una tienda, Gianluca se compró un Skate de 100 euros, mientras que las demás gritaban como unas locas mientras iban hacia arriba y hacia abajo con más de 5 bolsas en cada mano. A Marco no le quedó más remedio que ir a acompañar a Valentina a comprarse un biquini. La verdad es que por una vez en su vida deseaba ir de compras, aunque no entendía muy bien el porqué de comprar una prenda de verano si estaban en vísperas de navidad… Pero bueno, lo importante es que iba a ver a su novia con poca ropa.

Por su parte, Step y Lora decidieron quedarse en una cafetería reponiendo fuerzas, ya que se habían pateado todas las tiendas de las calles principales.

 Momo y Eli  tuvieron a Salvatore y a Joe toda la tarde de tienda en tienda para que opinasen sobre los conjuntos y como les quedaban. Joe estaba encantado y Salvatore no hacía más que decirle a Eli lo guapa que estaba. Al final, Momo y Eli decidieron llevar a Joahnes y a Salvatore a una tienda de moda de caballero. Se probaron varios trajes y se hicieron varias fotos para subirlas a Facebook. Mientras Momo y Elisabetta pagaban algunos souvenirs para la familia, Joe y Salva decidían el sitio donde iban a cenar los cuatro.

+.-o-.+

Mientras tanto Gianluca y sus amigos andaban tranquilamente por la calle cuando vieron algo que les llamó la atención.

-Tío –dijo Raffaello detrás de Gianluca mientras se bajaba de su Skate y se lo colocaba sobre el hombro– Mira es una máquina de preservativos. ¿Cogemos unos cuantos? –preguntó a los otros dos mientras que sonreía pervertido.

-Sí… -dijo Gianluca sonriendo pensativo.

-¿Con quién lo vas a usar? –preguntó burlesco Raffaello a Michaelo.

-¿Yo?... Pues no lo se todavía –mintió Michaelo. En realidad él sabía desde hace mucho tiempo con quién querría utilizarlo- ¿Y tu, Rafaello?

-Pues con Pallina, está claro… ¿Y tu jefe? –dijo Rafaello mirando a Gianluca  quien pegaba un mamporro a la máquina y sacaba un montón de preservativos.

-Ja… Yo le tengo muchísimas ganas a la capitana del equipo de fútbol…  Está buenísima… Esas piernas que tiene me ponen a cien… Uff, me la pienso tirar –concluyó Gianluca con gesto retorcido.

-¿Pues sabrás que Cardanni anda detrás de ella no? –dijo inseguro Raffaello temiendo un guantazo de Gianluca.

-Sí, lo sé. Ya me libraré de ese petardo –dijo Gianluca con cara de desprecio mientras que les daba un puñado de preservativos a cada uno de sus compañeros.

+.-o-.+

-Estos muchachos nunca cambiarán–dijo un hombre con unas lentes pequeñas mientras daba sorbos a su café.

-Ya ves, Vittorio –suspiró una mujer a su lado. 

-Seguro que estarán quedando a ramplas todas las tiendas de la ciudad –dijo el profesor Ventto riéndose a carcajada limpia.

-Seguro –dijo Vittorio incorporándose en el sillón donde estaba sentado para coger su café de una pequeña mesa de café– Más les vale no meterse en líos porque si no…

-Bueno, bueno. Halla paz y después gloria… Ya sabes cómo son –dijo Ventto acabándose su café y después sonriendo de satisfacción–Estos críos me recuerdan mucho a nosotros en nuestros buenos tiempos –dijo con cara de nostalgia.

-Por dios, ¡qué tampoco somos tan viejos! –dijo Vittorio riéndose por primera vez en su vida, o a lo mejor, desde le conocemos.

-Me acuerdo de nuestro primer viaje escolar a Roma… -empezó la profesora Picolinni – Teníamos nada más y nada menos que 16 años, acabábamos de llegar y tu Ventto ya querías entrar en todas las tiendas en las que hubiera algún material de física –dijo la profesora sonriéndole.

Mientras ellos se reían vieron desde la ventana de la cafetería  perfectamente como Gianluca, Rafaello y Michaelo gritaban a los cuatros vientos, dejando a los transitantes de Roma algo impresionados, lo que habían “conseguido”. Parecían que no se deban cuenta de lo que hacían, o al menos, de lo que gritaban.

-¡Cómo vea a Di Angelo por ahí! –gritó Gianluca– Es que la voy a coger y la voy… la voy… ¡Uf! ¡La voy a dejar seca! –concluyó.

-¡PARA ESO YA TIENES LOS PRESERVATIVOS! –gritó Rafaello.

-Sí… -dijo Michaelo con un aura oscura que parecía rodearle.

Los profesores se quedaron mirándolos con las bocas abiertas. Ellos, al ver que eran observados salieron corriendo del campo de visión de los profesores.

-¡Tíos! ¡Son los profes! –alertó Raffaelo a los otros dos.

Michaelo y Gianluca se dieron la vuelta y vio las caras estupefactas de sus profesores detrás del cristal de la cafetería y en cómo el semblante de Vittorio cambiaba rápidamente a una mueca de enfado, para después hacer ademán de levantarse.

-¡Vámonos antes de que el Vitty nos coja! –gritó divertido Gianluca mientras empezaba a correr, haciéndole muecas a los profesores.

Mientras, dentro de la cafetería, los profesores todavía seguían en el mismo sitio con la misma cara al enterarse de los planes de algunos de sus alumnos.

-Sí… –dijo Vittorio malhumorado mientras se sentaba ruidosamente en el sillón– Igualitos a nosotros –acabó en un tono sarcástico e iracundo.

+.-o-.+

En cuanto llegaron a la habitación del hotel, Eli y Momo dejaron las bolsas en el suelo y se sentaron, cansadas en las camas. Las demás todavía no habían llegado.

-¿Qué te parece si le damos una sorpresa a los chicos? –preguntó Momo sonriente.

-¿Qué tipo de sorpresa? –preguntó a su vez Eli, incrédula. Momo suspiró.

Habían quedado con los chicos para cenar todos juntos, aunque también le habían mandado un mensaje a todos y cada uno de sus compañeros, ellos parecían querer ir a su bola, porque no contestaban.

-A ver Eli: “dar una sorpresa a los chicos” significa “impresionar a los chicos” –dijo experta Momo.

-¡Pues habérmelo dicho desde el principio! ¡Ya sabes que para estas cosas soy un poco cortita de mente! –dijo Eli tumbándose en su cama. Habían juntado todas las camas, creando una enorme cama de matrimonio, para así poder dormir todas juntas.

-Anda que… Bueno, ¿qué te parece? –dijo emocionada Momo colocada a cuatro patas en su cama mirando intensamente a Eli.

Eli, que estaba tumbada con los brazos cruzados por detrás de su cuello y con los ojos cerrados, abrió uno y miró de reojo a Momo. Después suspiró.

-No sé, Momo… Es que no sé por qué deberíamos… -dijo dubitativa Eli.

-¿Qué por qué dices? Mira, ¿sabes por qué quiero impresionar a Joe? ¡Ya lo debes de saber! –dijo Momo tirándose frustrada en su cama, la siguiente a la de Eli. Eli se la quedó mirando. Hasta su mejor amiga había admitido ahora su amor por Joe, como muchas otras veces. ¿Ella? Ella sólo era una chica a la que le encantaba el fútbol y no sabía lo que sentía por su mejor amigo. A lo mejor era eso… A lo mejor era el miedo que tenía por saber la verdad. Saber que estaba enamorada de Salva.

-De acuerdo. Pero tienes que ayudarme, ¿ok? –aceptó Eli con voz decidida, reincorporándose. Supongo que no sabrá la verdad al menos que lo intente.

Momo la miró sonriente y después se acercó a ella, para darle un abrazo y un beso en la mejilla. Luego, Momo cogió su iPod y lo colocó en su base portátil que se había traído para el viaje. Automáticamente comenzó a sonar “Tonight, Tonight” de los Hot Chelle Rae. Momo cogió a Eli de la mano y la llevó hacia donde estaban las bolsas, para escoger algún modelito para aquella primera noche en Roma.

Después de una sesión de maquillaje y vestuario de una hora y media, ya estaban la dos preparadas para bajar. Pero antes se echaron una última ojeada delante del espejo:

Momo llevaba un vestido corto color melocotón, unos tacones de charol blancos; un bolso blanco con pequeñas flores de cerezo estampadas, unos pendientes rosados en forma de lágrimas, un collar a juego con los pendientes y su oscuro pelo quedaba recogido en un pequeño tocado que dejaba algunos mechones recorrer su espalda como una cascada, y otros sueltos del flequillo. Se pintó la sombra de ojos de un rosa clarito y después se echó el gloss trasparente que tanto le gustaba; por último se perfumó con su preciado perfume de Amor Amor, Forbidden Kiss de Cacharel.

Eli decidió dejar el modelito deportivo a un lado (aconsejada por Momo) y se puso un vestido largo azul zafiro con los hombros al descubierto, unos zapatos azules de tacón con unos cristales blancos incrustados; un bolso de mano blanco de pedrería y se pintó la sombra de ojos de un azul cobalto claro, se puso un leve brillo de labios, se rizó un poco el pelo con la plancha, se perfumó con el perfume Valentina, se puso unos pendientes azul cielo y finalmente se colocó sobre los hombros un chal azul claro que le había regalado Salvatore por su cumpleaños.

Se miraron las dos emocionadas y se dieron un abrazo. Estaban espectaculares y seguro que iban a eclipsar a los chicos.

-¿Preparada? –preguntó Momo cogiéndole de las manos a Eli y mirándola a los ojos. Estaba bastante nerviosa: Joe nunca le había visto vestida de aquella forma y no sabía la reacción que haría.

-Preparada –dijo firmemente Eli. Por otra parte, Salva ya había visto vestida así a Eli, por las tantas reuniones, cenas y comidas a las que iban junto con sus padres. Por eso estaba un tanto nerviosa, porque no sabía si iba a impresionar a Salva con aquello ya que lo había hecho ya bastantes veces.

 Una vez mentalizadas, decidieron esperar a sus acompañantes: Joe y Salvatore.

+.-o-.+

-Joe… -empezó Salvatore nervioso- ¿Y si no me atrevo a decirle a Elisabetta todo lo que siento por ella? –preguntó el mientras tiraba una corbata al suelo después de no convencerle cómo le quedaba.

-No te preocupes –dijo Joe muy calmado– Tu oportunidad surgirá en el momento que menos esperas. No te preocupes ya veras como todo sale bien –añadió Joe mientras se abrochaba el botón del pantalón. Sólo le quedaba por escoger una camiseta.

-Espero que sea verdad lo que dices –dijo Salva suspirando mientras que decidía que no se iba a poner ningún complemento, sólo la camisa por fuera de los pantalones.

-Sólo espero que ese momento no tenga que ser esta noche mientras estemos los cuatros, si no nos vas a arruinar la noche a los otros dos –dijo divertido mientras pensaba en la situación tan absurda: a Salva dándole el arranque emocional y declarándose a Eli delante de ellos dos. Más que absurda, sería incómoda y un poco rencorosa. Rencorosa por el hecho de que Salva se declare delante de otros y él no sea capaz de hacerlo. Supongo que Salva era más despistado y lanzado y él, más romántico y tímido.

-Tranqui, tranqui, que si me da por ahí, le digo que le tengo que decirle una cosa en privado y os dejamos solitos a Momo y a ti –dijo sonriendo y guiñándole un ojo a su amigo.

-¡Ja! ¡Pues tampoco es mala idea! –dijo animado Joe- ¿Qué te parece mejor opción: la gris o la negra? –preguntó enseñándole las dos camisetas.

-Mmm… La negra –contestó colocándose el reloj. Joe se la puso y se metió un momento en el baño.

Ya estaban listos:

 Joe se puso una camiseta negra de media manga, una rebeca gris oscura, unos pantalones de tela oscuros y zapatos de salir negros. Llevaba el pelo alborotado y despuntado, como siempre lo llevaba.

Salvatore llevaba una camisa blanca, unos pantalones lisos negros y unos zapatos de vestir negros. Llevaba el pelo alborotado y fijado.

Después de ver si faltaba algo, fueron a buscara las chicas a su habitación.

 Joe estaba bastante tranquilo, mientras que Salva estaba bastante nervioso porque no sabía como declararse a Eli. Joe llamó a la habitación de las chicas, ellas la abrieron y salieron a recibirlos.

-¡Hola chicos! –dijeron Momo y Eli al unísono.

Salva y Joe se quedaron embelesados mirando a las chicas: a Joe se le cayó el ramo de rosas que llevaba para Momo, y Salvatore se quedó mirando a Eli con la boca abierta, como si acabase de ver a un ángel bajar desde el mismísimo cielo.

-Ho… ho… hola –logró decir Joe todavía mirando de arriba a bajo a Momo.

-Hola –dijo suavemente Momo mientras que se agachaba a coger el ramo de rosas- Supongo que este ramo es para mí, ¿verdad? –preguntó entre divertida y coqueta, mientras que olía delicadamente las rosas.

-Cl-claro –susurró Joe. Nunca había visto a un ser tan hermoso como el que tenía delante. Pensaba que le iba a dar una sorpresa con el ramo de rosas (para que olvidase el otro “falso” ramo) pero la sorpresa, claramente se la había dado a él.

-Arigato –susurró tentadora en el oído del chico para después darle un beso en la comisura de los labios. Joe entrecerró los ojos, asimilando aquel suave pero tan fuerte sentimiento que le envolvía cada vez que olía el perfume de la chica, que le susurraba, que le besaba…

-Bueno… ¿Nos vamos? –preguntó sonriente Eli, girándose hacia Salva después de ver aquella escena. Joe pareció salir de su trance y Momo se colocó al lado de Eli mirando de reojo a Joe y sonriendo. Admiraba a Momo. La japonesa le había comentado que iba a hacer todo lo posible por que Joe cayera en sus redes durante aquel viaje. Y vaya si lo está consiguiendo… Aunque al pobre ya lo tenía entre sus redes hace ya tiempo, pero ese no era su asunto.

-Sí… -dijo Salvatore todavía muy alelado y sorprendido por la escena que acababa de ver.

Las chicas comenzaron a andar, animadas, cuchicheaban emocionadamente pero bajito para que los chicos no las escucharan.

Cuando Joe se puso a la altura de Salva, éste le miró con una ceja levantada. Joe le miró con una sonrisa tonta dibujada en su cara. Se notaba que todavía seguía en las nubes.

-¿Qué pasa? –preguntó estúpidamente feliz Joe.

-Nada, sólo pensaba en que algunos tienen demasiada suerte –dijo deprimido y fastidiado Salva. Joe le dio unas palmaditas en le hombro y comenzó a andar. Todavía seguía sonriendo.

-Eso, amigo, no te lo niego, jajaja –rió Joe mientras dejaba atrás a Salva y le hacía el signo de la victoria con una mano mientras la otra se la metía en uno de los bolsillos.

Salva se quedó medio descolocado pero después sonrió divertido y corrió para ponerse a la altura de Joe y pasarle el brazo por los hombros. Después de todo, si se fijaba en Momo y Joe podía aprender muchas cosas, para después darle su propio toque.

Mientras, Marco y Valentina decidieron continuar con las compras hasta que las tiendas cerraran y Step y Lora, cuando llegaron al hotel, se quedaron en la habitación del muchacho haciendo “no sabemos qué”.

+.-o-.+

Cuando terminaron de cenar, los cuatro decidieron dar un paseo, ya que todavía eran las 10 de la noche.

         -¡Ah! ¡Qué bien me he quedado! –dijo con satisfacción Salva.

         -No si ya, ¡cómo para no estarlo después de todo lo que has pedido! –dijo en tono de reproche Eli.

         -Y lo mejor ha sido cuando Salva ya iba por el cuarto plato de pasta y tenía la cara verde de tanto comer –rió Momo.

         -¡Menos mal que no vomitó! Si no hubiéramos tenido que pagar más por el numerito que hubiéramos montado –continuó Joe.

         Los cuatro estaban comentando la agradable y divertida velada, cuando entraron en una de las calles principales de Roma, que en esos momentos de la noche era muy transitada.

         Momo se dio la mano con Joe, quién se la agarró fuerte para no perderla entre la multitud. Eli se agarró fuertemente a la chaqueta de Salva, quién pasó uno de sus brazos por la espalda de la chica para guiarla por aquella avalancha de gente.

         Cuando pudieron salir de allí, cada pareja había salido por lados diferentes.

+.-o-.+

         -¿Dónde están Salva y Eli? –preguntó Momo.

         -No lo sé –respondió Joe mirando a su alrededor. A su espalda se encontraba la calle que había dejado atrás hace unos momentos, y delante de ellos había varias callejuelas con restaurantes y alguna que otra tienda- Creo que si caminamos calle abajo llegaremos al río Tiber y desde allí podremos llegar al hotel –dijo Joe mientras le cogía la mano otra vez a Momo y comenzaba a caminar por un callejón hacia la dirección que había dicho antes. Momo no le reprochó, porque una de las cosas que había aprendido de Joe durante todo este tiempo es que tenía muy buena orientación.

         -Voy a llamar a Eli para saber donde están –dijo Momo sacando de su bolso su iPhone S4.

         Eli y Salva habían salido justo delante del río Tiber, por lo tanto, Joe no estaba, sino en lo correcto: si seguían caminando en aquella dirección llegarían al río. Eli les dijo que seguirían dando un paseo, que después se verían en el hotel.

         Momo y Joe siguieron bajando, hablando de cosas triviales, hasta que llegaron al Tiber y decidieron hacerse algunas fotos los dos juntos, para después seguir su camino al hotel.

         -Gracias otra vez por las rosas –dijo ruborizada Momo.

         -De nada –dijo dándole un apretón en la mano- Iba a ser una sorpresa, pero creo que lo has estropeado –dijo divertido.

         -¿Qué la he estropeado? –dijo preocupada Momo. En ese momento ella se lanzó mucho y no le dio ni tiempo a Joe para reaccionar.

         -Si no fueras tan hermosa y perfecta, todo hubiera salido bien –dijo cabizbajo y en tono bajo, de la vergüenza que le daba decirlo.

         Momo se paró en seco. ¿Joe le había dicho que era hermosa? ¿Y perfecta? Joe se paró dos pasos delante de ella y todavía cogiendo la mano de Momo, se dio la vuelta para estar frente a ella. Su semblante estaba serio pero sus ojos reflejaban timidez y ternura que se dulcificaban por el movimiento de su pelo inducido por la suave brisa que provenía del río.

         -¿Qué… qué has dicho? –preguntó bajando el tono de su voz a cada palabra que pronunciaba. Bajó la mirada y llevó su mano hacia su boca para disimular su emoción. ¿Por qué se emocionaba tanto? ¿No tendría que ponerse medio histérica de alegría y gritarle y saltar en los brazos de él, como en las películas? No, esto no es una película. Es la vida real. Su vida. Y estaba profundamente enamorada de aquel chico que tenía delante, incapaz de mover ni un solo músculo que significara una aceptación a sus halagos.

         Joe se acercó a ella y levantó suavemente el rostro emocionado de Momo.

         -¿Repetirlo te hará entender cuánto te quiero? –preguntó Joe mirándole a los ojos.

         Y con esa pregunta perdió toda oportunidad de decirle algo lógico a Joe. Lo único que quería hacer en ese momento era besarle y decirle cuánto le quería, que estaba muerta por sus huesos desde que se conocieron y que sin él, todo perdería su significado. Pedirle que se quedara para siempre a su lado… Y con todos aquellos pensamientos en su cabeza, Momo besó a Joe.

         Joe le abrazó, elevándola y atrayéndola hacia él, mientras que Momo colgaba uno de sus brazos del cuello de Joe y enredaba la otra mano en el pelo de Joe. Cuando terminó aquel pasional beso, los dos se quedaron abrazados. No sabían cuanto tiempo habían estado besándose y abrazándose, para ellos todo el mundo había desaparecido. Tampoco parecía que hubiesen reparado en los pequeños y fríos copos de nieve que caían a su alrededor.

         -Te quiero –dijo suavemente Joe mientras que le daba un pequeño beso en el sedoso pelo de Momo.

         -Yo también te quiero –respondió Momo apoyada en el pecho de Joe.

         Se quedaron unos momentos más abrazados, disfrutando de la cercanía de uno y otro.

         -Sabía que eras tú el que envió aquel ramo de rosas a mi casa –dijo contenta Momo mientras levantaba la cabeza con una sonrisa.

         Error. Joe no sabía dónde meterse con aquella confirmación. No quería estropear ese momento tan especial entre ellos dos, pero tampoco iba a aceptar que confundiera ese “falso ramo” con sus sentimientos.

         -Momo, aquel ramo… yo no… -comenzó a decir Joe mientras que la miraba un poco preocupado de lo que pudiera venir después. Momo le miraban con semblante interrogante e iba a decirle algo a Joe pero fueron interrumpidos por un grito lleno de ira que venía de una voz que ellos conocían bastante bien.

         -¡SUÉLTALA DE UNA VEZ O TE JURO QUE TE MATO AQUÍ Y AHORA!

+.-o-.+

Salvatore y Elisabetta caminaban a orillas del Tíber cuando Eli miró hacia el cielo y pudo comprobar con asombro que estaba nevando.

-¡Mira Salva! –dijo Eli poniendo la palma de su mano hacia arriba para coger algunos copos de nieve- ¡Está nevando! –se giró sonriente e ilusionada hacia Salva.

Salva le sonrió con ternura. La observó mientras ella reía y caminaba entre la nieve. No podía quitarle los ojos de encima: aquella belleza y gracia que tenía desde siempre hacía un hermoso contraste con el paisaje nevado. Tenía que decírselo ahora, era el momento de hacerlo.

-Eli… -empezó Salvatore muy serio– Hay algo que quería decirte desde hace muchísimo tiempo.

Entonces Eli se giró y miró directamente a los oscuros ojos de su amigo.

–Dime, te escucho –contestó ella todavía contenta aunque un poco cortada por el tono serio con el cual su amigo se había dirigido a ella.

-Pues verás… -dijo Salvatore tímido.

Pero al chico no le dio tiempo a terminar ya que 3 chicos que estaban muy cerca de ellos se acercaron rápidamente y se pusieron a gritar.

-¡¡EY!! Parejita, ¿qué tal? –dijo Rafaello– Qué bien os lo estáis pasando, ¿eh? –dijo colgándose del cuello de Salva.

-Yo también me alegro de verte –dijo Salvatore con fastidio.

Entonces, Gianluca se acercó a Eli con paso ligero y empezó a hablar:

-¡Pero que tenemos aquí! ¡Elisabetta Di Angelo! Mira que desperdiciar esta noche con el imbécil de Cardanni. ¡Yo te daré lo que andas buscando! –dijo Gianluca acercándose a Salvatore y pegándole un empujón mientras cogía a Eli por la cintura y la besaba apasionadamente en el cuello mientras sus manos recorrían el cuerpo de la chica.

-¡Suéltame! –gritaba Eli intentando quitárselo de encima. Logró apartar a Gianluca pero éste la asió del vestido y la apretó de nuevo fuertemente contra él. Salva intentaba ayudarla pero era retenido por Michaelo y Raffaelo que lo tenían cogido de los brazos.

-No te escaparás tan fácilmente –dijo Gianluca mientras le pegaba un fuerte golpe en la barriga y otro en una pierna a la chica. Reía retorcidamente mientras sentía los intentos para escapar de la chica. El morbo aumentaba con los gritos de Salva hacia Eli, y los gemidos de dolor que daba la chica con cada golpe que recibía.

-¡Suéltame! –gritaba una y otra vez la Eli mientras intentaba que no le saliera ni una lágrima de dolor.

-¡Vamos si lo estás deseando! ¡Déjame que te enseñe lo que es un hombre de verdad! –dijo Gianluca riéndose más alto.

         Habían tenido suerte; el río era poco transitado a aquellas horas de la noche y, casualmente, esa noche no había nadie.

-¡SUÉLTALA DE UNA VEZ O TE JURO QUE TE MATO AQUÍ Y AHORA! –gritó Salvatore muy furioso mientras le pegaba a Michaelo una patada en la barriga y le daba otra un poco más abajo a Rafaello.

Eli, y ninguno de los agresores, jamás habían visto a Salvatore tan furioso, no parecía la misma persona. Ella le miraba pero no veía al mismo chico tierno de siempre, no. Veía a un chico que estaba totalmente dispuesto a hacer lo que fuera por ella, tanto que se preguntaba si sería capaz de interponerse entre una ella y una bala.

Entonces, en un momento de descuido por parte de Gianluca, (ya que Michaelo lo había llamado) Salvatore aprovechó para arrebatarle a Elisabetta, y dejarla en un banco cercano. Acto seguido se dirigió a Gianluca muy decidido con una mirada entre seria y asesina, y a Eli se le pusieron los pelos de punta con solo mirarle.

-¡TÚ! –dijo Salvatore señalando a Gianluca– ¡Eres un maldito cobarde! ¡Siempre juegas sucio, acompañado de tus perros falderos! ¡Después de la paliza que te voy a dar, no volverás a tocarle ni un solo pelo a Elisabetta!

-Mira niñato, no te las des de héroe –dijo Gianluca con aires de superioridad– Además no tienes los cojones suficientes como para decirle que la amas –dijo Gianluca mirándolo con el ceño fruncido y riéndose burlón. Eli no había oído lo que Gianluca acababa de decir, ya que todavía estaba algo aturdida por los golpes de Gianluca.

Aquella acusación fue la gota que colmó el vaso. Salva se lanzó corriendo a Gianluca tan rápido que los otros dos no pudieron hacer nada. Desde el primer momento, se enzarzaron en una violenta pelea de puños y patadas. Viendo la fuerza y el control que Salva estaba ejerciendo sobre Gianluca, Michaelo y Raffaelo se metieron en la pelea haciendo que Salva fuera perdiendo poco a poco.

Eli no paraba de gritar que pararan e intentó levantarse, pero el puñetazo que le pegó Gianluca antes en el estómago le impedía moverse mucho. No podía soportar ver a Salvatore metido en aquella pelea injusta. No podía soportar verle sucumbir ante tres chicos que no valían la pena. No podía…

-¡Eli! –gritó una voz conocida. Antes de levantar la cabeza, ya sintió los brazos de Momo rodeándola- ¡Eli! ¿Qué está pasando? ¿Por qué todos se están peleando? ¡Eli! –dijo zarandeándola. Levantó la mirada y vio que Joe se había metido en medio de la pelea y que estaba intentado sacarle de encima a Michaelo y a Raffaelo.

-Es por mi culpa… -susurró llorosa Eli.

-¿Qué? –preguntó preocupada Momo.

-Todo esto está pasando por mi culpa…

+.-o-.+

Valen y Marco acababan de llegar al hotel, ya habían cenado y se disponían a ir a sus respectivas habitaciones cuando vieron a Carl y a Step muy preocupados.

-¡Joder! ¿Dónde se habrán metido? Es tardísimo –dijo preocupado Carlo. Después este se giró y vio a Marco y a Valen entrar cogidos de la mano y muy felices. Decidió ir a preguntarles.

-¡Chicos! –empezó Carl acompañado de Step- ¿Habéis visto a la capitana, Salvatore, Joe y Momo? –preguntó esperando ansiosamente un “sí” por respuesta.

-No –dijo Valen mientras la sonrisa de su cara se le borraba lentamente.

-¿Qué hacemos entonces? Los profesores estarán a punto de llegar –dijo preocupado Step. Todos se quedaron meditando unos momentos.

-Un momento… Gianluca y los otros tampoco están aquí –dijo preocupado Marco abarcando con su mirada toda la estancia llena por sus compañeros de clase. Todos se miraron alarmados.

-¿Crees qué…? –insinuó Carl.

-Voy a llamar a Eli enseguida –dijo seria Valen.

+.-o-.+

-¡¡SALVATORE!! –gritó Eli al ver que Gianluca le había dado un fuerte golpe, pero Salvatore siguió peleando.

         Eli se deshizo del abrazo de Momo y salió corriendo directa hacia Salva y Gianluca. Todavía le dolían los golpes, pero tenía que hacer algo para acabar con todo aquello.

-¡¡DEJALE EN PAZ!! –gritó Eli.

+.-o-.+

         -¡Eli! –gritó Momo al ver a su amiga acercarse a los dos.

Se disponía a seguirla cuando Joe chilló un alarido de dolor. Se paró en seco y giró inmediatamente y vio a Joe doblado sobre sí mismo por el golpe por la espalda que le había propiciado Raffaelo. Michaelo estaba tumbado en el suelo intentándose levantar. Como en ese momento consiguiera levantarse, Joe estaría en un grave problema. Los había mantenido a raya durante toda la pelea, gracias a su conocimiento de Tae Kwondo, pero siempre es difícil sacar ventaja en un dos contra uno. Así que Momo cogió una barra de madera que había al lado de una papelera y empezó a correr en aquella dirección.

Joe tenía un enorme dolor en uno de sus costados por un ataque inferior de Raffaelo. No sentía que se hubiera roto ninguna costilla. Eso era buena señal, pero le dolía horrores. Lo más importante era levantarse lo más rápido posible y volver a plantar cara. Pero se sorprendió al encontrarse a Momo corriendo en su dirección con una barra de madera en mano. Iba a gritarle que se detuviera pero antes de que pudiera hacerlo, Momo ya estaba frente a Raffaelo haciendo movimientos espectaculares con la barra de madera. Era tan rápida y precisa que a Raffaelo no le daba tiempo a contratacar. El chico se llevó varios golpes en los costados, en los brazos y las piernas, no muy graves pero sí dolorosos, procurados para que no pudieras mover ni un solo músculo. En el momento de la pelea en que Momo iba a dar el golpe final, los tacones le jugaron una mala pasada y la desequilibró, arrancando una sonrisa triunfal a Raffaelo quién tenía toda la pinta de atacar.

-¡Momo! –gritó Joe preocupado.

Pero justo cuando Raffaelo estaba a una distancia peligrosa de la chica, Momo sonrió altanera y utilizó la barra de madera para saltar y alzarse con una agilidad pasmosa, para después apoyar su mano en la barra vertical, impulsar su cuerpo y pegarle una patada a Raffaelo en todo el estómago con la punta del tacón.

Justo cuando Raffaelo cayó medio inconsciente al suelo, Michaelo se acercó y le ayudó a levantarse, para después mirar a Momo de forma claramente significativa e irse de allí. Momo les señaló con la barra y les gritó en la distancia:

-¡Para que aprendáis a no hacer juego sucio, cobardes! –gritó consternada. Luego suspiró y buscó con la mirada a Joe. Cuando le encontró, él todavía estaba un poco curvado por el golpe en el costado, pero en su cara no había dolor sino asombro- ¡Joe! –se acercó corriendo a él y le cogió la cara entre sus manos- ¿Te encuentras bien? ¿Te duele mucho? –preguntó sonrojada al levantarle un poco la camiseta para verle el golpe- Está un poco inflamado… Seguramente que mañana te salga un buen moratón –pero Joe seguía sin decir nada- ¿Joe? –pareció salir de su asombro y puso semblante interrogante a la vez de preocupado.

-¿Desde cuándo… desde cuándo sabes hacer aikido? ¡Con un bukken! ¡Dios! ¡Ha sido genial! –dijo entusiasmado Joe. Ahora era Momo la que estaba sorprendida. El aikido es una de las principales ramas de la práctica del tae kwondo, rama en la que también ha sido instruido Joe y que sabe a la perfección. Las armas utilizadas en el aikido son: el bukken, tiene forma de barra alargada y fina; Jo, tiene forma de espada y es más corta; y Tanto Bo, con forma de puñal; todas ellas están hechas de madera.

-Bueno, siempre lo he practicado de pequeña con mi abuelo y mi padre, pero siempre ha sido un ámbito familiar… aunque solo sé hacer aikido, me manejo bastante bien –dijo sonriendo algo tímida. Joe le abrazó fuertemente.

-Es genial, lo haces de maravilla –dijo suavemente en el oído de Momo- Aunque no sé por qué no me lo dijiste antes –dijo con tono especulativo apartándose un poco de ella.

-Bueno, es algo que sólo practico con mi padre y bueno… -dijo sin saber cómo explicarlo.

-Da igual, tranquila, sólo prométeme que a partir de ahora también practiques conmigo –dijo sonriente Joe.

-Por supuesto, nada me gustaría más… -se acercaron poco a poco para besarse pero en ese momento escucharon otro grito.

-¡Salva! ¡Tenemos que ayudarle! –dijo preocupado Joe.

-¡Vamos! –dijo Momo.

+.-o-.+

         -¡Déjale en paz! –gritó Eli. Gianluca se detuvo un momento  y le echó un vistazo a Eli.

-Bueno vale, vale –dijo Gianluca encogiéndose de hombros y sus pirando. Luego miró a Eli con sorna– Pero eso sí, quiero que me des un beso a cambio. Eli iba a contestar pero no le dio tiempo, porque Salva ya estaba de nuevo encima de Gianluca.

-¡Por encima de mi cadáver! –gritó Salva cogiendo a Gianluca por el cuello de la camisa y lo estampó contra el muro que daba al río. Gianluca abrió los ojos rojos y se encontró con los azules oscuros de Salva que le miraban iracundos- ¡Discúlpate! –le ordenó.

En ese momento, llegaron Momo y Joe junto a Eli quien miraba la escena preocupada. Joe iba a intervenir pero Momo le cogió la mano y negó con la cabeza para que no siguiera; le hizo caso. Todos se quedaron alerta.

-¿Y si no me da la gana? –preguntó Gianluca con una sonrisa altanera.

-Creo que el agua del río está muy fría durante esta época del año… ¡¿Qué tal si te ayudo a refrescarte, eh?! –dijo Salva mirándolo de lado con los ojos muy abiertos. Zarandeó a Gianluca haciendo que éste pudiera ver el aspecto helador de las aguas del Tiber.

-Está bien, está bien –dijo Gianluca tragando grueso. Empezaba a asustarse, por la mirada tan terrorífica que tenía su contrincante y por la posibilidad de morir congelado en el río.

-¡Entonces…DILO! –gritó en su cara.

-¡LO SIENTO! –dijo Gianluca horrorizado– Por favor, suéltame, por favor –rogaba.

         Salva se le quedó mirando durante unos instantes con gesto serio y después le empujó, haciendo que Gianluca se quejase de dolor y a la misma vez suspirara de alivio.

-¡Y ahora largo! –rugió Salva como si fuese un león.

Una vez que Gianluca se había ido, Salva corrió hacia Eli y la rodeó con sus brazos mientras ella lloraba. Cuando se tranquilizó miró a Salva y éste le sonrió, indicándole de que él también estaba más tranquilo. Joe felicitó a Salva por las agallas que había tenido y la sorpresa de haber descubierto al Salva agresivo y protector. Momo, preocupada como estaba, le preguntó si estaba bien, que si tenía muchas heridas. Él le dijo que sólo eran golpes, nada más. Entre todos decidieron no contarles nada a lo profesores, ya que si lo hacían, podían cancelar la excursión y volver a casa. Después, se encaminaron en hacia el hotel.

Momo y Joe iban unos pasos más por delante de Eli y Salva. Iban cogidos de la mano y hablaban entre sonrisas y algún que otro mimito.

Eli y Salva iban abrazados: Eli pasó uno de sus brazos por la espalda de Salva y Salva, pasó uno de sus brazos por los hombros de Eli. Joe se ofreció para ayudar a Salva primero, pero Eli no le dejó y ocupó su lugar.

-Salva… -empezó Eli- ¿Sabes qué cuando te enfadas das mucho miedo? –dijo entre seria y divertida.

-Sí, bueno... Me lo han dicho varias veces… Es que cuando pasa algo malo y en medio están cosas a las que les tengo cariño o personas a las que quiero… No respondo de mí –dijo cabizbajo pero a la vez sonriente.

¿Personas a las que quiere? En la pelea se puso así por ella… Ella, ella era una persona a la que Salva quería entonces.

-Me alegra volver a verte sonreír –dijo Eli ruborizada, mirándolo directamente a los ojos. Entonces se acercó lentamente al muchacho con un impulso y Salva cerró los ojos…

¡Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiing!

–Lo siento… -dijo Eli avergonzada- Espera un momento –susurró mientras sacaba su móvil Samsung Galaxy del bolso.

-Claro, no pasa nada –dijo Salva con una sonrisa fingida- “No me lo puedo creer, siempre nos interrumpen” –pensó Salvatore llorando en su fuero interno.

-¡Chicos, al fin nos cogéis el teléfono! –dijo Valen en la otra línea del teléfono- ¡Vamos! ¡Tenéis que venir antes de que los profes lleguen! –dijo y acto seguido colgó.

-¿Quién era?

-Valen, me ha dicho que tenemos que darnos prisa que los profesores seguro que están a punto de llegar –dijo guardando el móvil. Después volvió a coger a Salva y llegaron junto a Momo y Joe, quienes se habían parado al ver que se habían detenido. Les contó todo y se pusieron en marcha, más rápido que antes, para poder llegar ya al maldito hotel.

 Eli mientras andaba, miraba directamente al suelo intentando asimilar todo lo que había pasado en aquel largo y extraño día. Y sin darse cuenta de lo que hacía, cogió la mano que Salvatore tenía en su hombro, como dándole las gracias por protegerla siempre desde que se conocían.

Aquí os dejo con el videoclip de la canció que aparece en el capi :)
¡Sayonara minna! :3

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