Los días fueron pasando, así como los meses. Salvatore se recuperaba rápidamente gracias a las horas de rehabilitación y a los cuidados de todos sus amigos y los mimos de sus padres. Durante el mes y medio que Salva estuvo en el hospital, todos los días Eli y alguien más del grupo se acercaban a visitarle y a contarle los sucesos más relevantes de aquel día. Eli le ayudaba mucho con los deberes y Joe hacía lo que podía para que su mejor amigo entendiera los conceptos y problemas de física, que sabía que le costaba mucho. Momo se encargaba de corregirle y aconsejarle en las redacciones de lengua y literatura; Carl se encargaba de que aprendiera bien las metodologías que estaban dando en informática; Valen de biología y Lora le traía muchos Cds de música clásica para que se relajara mientras estudiaba. Marc y Step tenían la obligación de reportarle todo lo que sucedía en el ámbito deportivo y Mariana se preocupaba de que no hubiera mucha gente dentro de la habitación para no molestarle. La chica había demostrado que convenía no enfadarla. En resumen, trasladaron las clases del instituto al hospital. Y Salva que pensaba que podría desconectar un poco…
Paolo se acercaba a verle de vez en cuando y era muy bien recibido por todos. Michaelo, por su parte, se sentía bastante mal por lo que había sucedido, por eso iba todos los días a visitarle aunque fuera por poco tiempo. Todos pensaron que sería buena idea que se uniera al grupo. Después de todo, había ayudado mucho. El chico, cómo agradecimiento, les anunció que Gianluca y Raffaelo habían sido juzgados y sentenciados culpables: pasarían el resto de sus días como adolescentes en un correccional para menores. Cuando cumplieran la mayoría de edad ya se vería lo que se haría con ellos. Todos reaccionaron seriamente ante la noticia. Se sentían aliviados pero para nada felices, quizás porque en el fondo les daban lástima y pena.
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