jueves, 5 de enero de 2012

"3 países, 9 vidas" <> CAPÍTULO 5

¡Hola a todos!
¡Ya está aquí el capítulo 5 de esta loca historia!
Siento haber tardado tanto pero es que quería aprovechar las vacaciones de invierno x3
Además de que he estado liada también con mi nuevo blog "¡Un problemón muy llorón!" xD
También voy a escribir una historia llamada "Boku No Ai" con mi amiga Lidia :)
Aquí os dejo el enlace para que veáis y sigáis nuestro blog:
http://bokunoaistory.blogspot.com/
¡Espero que os guste! ^^
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El fin de semana pasó rápido, entre estudiar física por la ausencia del matraz y los deberes… Para algunos, porque Joe y Salva no tenían ganas de estudiar, nada de nada.

Joe había estado todo el fin de semana pensando en Momo. El domingo, había ido a su casa a “estudiar” con ella, aunque él no estuvo estudiando, lo único que hizo fue mirarla mientras ella estaba haciendo lo que tendría que estar haciendo él también.

Y Salva estaba tan emocionado por el beso que Eli le había dado, que no pensaba lavarse aquel lado de la cara nunca más. Con la emoción no pudo concentrarse.

Llegó el Lunes, y si el viernes llovía, el Lunes llovía mucho más, tanto, que al andar te resbalabas y te tragabas la primera farola de la calle.

 Aquel día Momo, Hina y Joe corrían hacía el instituto sin paraguas, porque casualmente a ambos se les había olvidado.

Joe se acercó a Momo y se quitó la chaqueta para taparles a los dos, haciendo de paraguas. Momo agarró con una mano la chaqueta por un lado para intentar mojarse menos. Sentía el brazo de Joe por su espalda y eso le ponía muy nerviosa. Joe le miró sonriente y ella le respondió con una sonrisa agradecida acompañada por un leve sonrojo.

-Puf, ya te vale Joe… Anda que no traerte paraguas para estar más cerca de mi hermana… –dijo mirando de reojo a la pareja que tenía detrás de ella.

A Joe se le cortó la respiración. ¡¿Pero cómo lo había sabido?! Al salir de casa no quiso llevarse el paraguas por dos razones: la primera, porque a lo mejor Momo si llevaba paraguas y lo compartían o segundo, se le olvidaba también a ella y podría utilizar la estrategia de la chaqueta. Por eso se llevó una chaqueta deportiva de tela impermeable  para salir. Todo estaba previsto desde la noche anterior y la enana de su hermana lo había descubierto en 10 minutos. Hina si que era una niña astuta… Tendría que tener más cuidado la próxima vez.

-¡Hina! ¡Deja de decir tonterías, anda! ¡Y ponte la capucha que para algo la tienes! –dijo roja como un tomate Momo desde debajo de la chaqueta. Joe se había puesto morado de tanto aguantar la respiración -¿Joe? ¿Te encuentras bien? –dijo preocupada Momo.

Joe la miró sorprendido y se acordó de respirar. Se rió nervioso y dijo:

-Sí, sí, no te preocupes –dijo riéndose nervioso. Si Momo se enteraba de que lo que había dicho su hermana era verdad… Después tendría una pequeña charla con Hina.

 Ya quedaban unos escasos metros para llegar al instituto, cuando Joe, Hina y Momo vieron algo rarísimo:

-¿No son esos vuestros amigos? ¿El grandullón y la rarita de los animales? –preguntó señalándoles. Joe y Momo la miraron curiosos y se colocaron al lado de Hina para saber a quiénes estaba señalando.

-¿Son Valentina y Marco? –le preguntó Joe a Momo mientras los miraba con los ojos entrecerrados.

-Creo que sí… Nadie llevaría un paraguas con animalitos pintados –dijo divertida Momo.

Más adelante se encontraba la parejita bajo un paraguas con animales dibujados:

-Marco… ¿crees que se alegraran de que estemos juntos? –preguntó una chica de pelo azabache ilusionada.

-Chiaro, tesoro mio –dijo Marco mirándola a los ojos acercándose un poco más a ella debajo del paraguas– Y si no… ¡Qué se jodan! –dijo cruzándose de brazos enérgicamente.

-¡Tú siempre igual, amor! –dijo ella sonriente mientras se acercaba más a él para besarle.

Los chicos no se creían lo que estaban viendo. ¿Valentina y Marco se estaban besando?

-Jejeje –sonrió sonrojado Marco después del beso- Vámonos a clase que el profesor de física nos tendrá preparada alguna que otra sorpresita para el castigo de hoy –dijo Marco, y después de esto se inclinó levemente y la besó cariñosamente en los labios. Valentina lo recibió gustosa.

-Mira que eres mimoso, amor –dijo atontada Valentina mientras empezaban a andar dentro del instituto.

         Los otros, que habían presenciado toda la escena, se miraron entre sí sorprendidos. Momo y Joe se miraron sonrientes entre sí, felices por sus amigos e Hina sacó rápidamente una pequeña libretita, anotando todo lo que había visto con detalles. Ya se encargaría junto con Lenna en animar un poco el asunto. Hina se rió malévola y los otros dos la miraron extrañados:

         -Hina… ¿No estarás escribiendo nada de lo que has visto verdad? –le preguntó Joe mirándola contrariado. Miró también a Momo y se encontró con la misma cara.

         -Nooooop –dijo con cara de no haber roto un plato en su vida.

         -Más te vale enana –dijo Momo con voz cortante- Y ahora vamos a entrar ya que al final vamos a llegar tarde –dijo tirando suavemente de la chaqueta de Joe para que se pusieran en marcha. Joe le hizo caso y empezaron a correr de nuevo para que no se mojaran más de lo que ya estaban.

        +.-o-.+

Los alumnos del instituto Florence habían entrado en sus respectivas clases, cuando apareció por la puerta, el señor Ventto.

-Buongiorno a tutti –dijo el señor Ventto serio.

-Buongiorno… -dijeron sin mucho ánimo los alumnos mirándole de reojo, sabiendo lo que les esperaba.

-Bien, antes de empezar la clase de física quería recordaros DOS cosas… -dijo poniendo sus cosas sobre la mesa.

-PRIMERA: Mañana hay examen –dijo mirándoles por encima de sus pequeñas gafas. Todos respondieron con un profundo suspiro- SEGUNDA: ¿Alguien sabe dónde está mi matraz de fondo redondo? -nadie contestó a aquella pregunta. Silencio total- Bueno, molto bene, pues más deberes: Páginas 2, 8, 9, 10, 12,13 y 14 –paró un momento para ver la reacción de los chicos que se habían quedado con la boca abierta. Sonrió de medio lado y finalizó:- Copiando los enunciados.

-Joder… –murmuraron molestos todos.

Cuando se acabó aquella clase, todos se levantaron a preguntar si alguien había visto u oído algo sobre la misteriosa ubicación del matraz.

Mientras, Valen hablaba con Marco en un rincón con un montón de miradas curiosas puestas en ellos.

-Momo, oye… ¿Tú sabes por qué están tan juntitos esos dos? –dijo Eli colocándose al lado de Momo, quién también estaba mirando a la pareja- Llevan así desde esta mañana –dijo.

-No, no tengo ni idea –contestó Momo un poco culpable. Quería decirle la verdad pero era mejor dejar que Marc y Valen se lo dijeran ellos mismos.

-Es raro verlos así… -dijo Eli con cara de extrañez.

-Sí… -contestó Momo mirándola de reojo.

Entonces la tutora entró por la puerta haciendo que los pequeños grupos que se habían hecho durante el descanso se rompieran para sentarse cada uno en su sitio. Después dijo lo siguiente:

-Chicos, tengo que deciros que dentro de una semana se hará el anual concurso de ciencia electrónica.

-¡Ya era hora! –dijo entusiasmado Carlo.

-Oh… ¡Qué emoción! –dijo Marco sarcásticamente haciendo que todos se rieran.

-Aunque… –continúo Carl molesto– Voy a ganar…. Como todos los años… y con aplastante diferencia –dijo mirándolos con autosuficiencia. Lo único que se encontró fue la indiferencia de sus compañeros.

-¡Ja! ¡No te lo crees ni tú! –dijo levantándose Momo. Señaló a Joe que la estaba mirando y dijo:- ¡Joe y yo no te dejaremos ganar! ¿Verdad? –dijo con fuego en los ojos.

Joe no sabía cómo había llegado a entrar él a aquellas alturas de la conversación, pero lo único que pudo hacer fue asentir con la cabeza. No podía hacer nada contra los ojos de Momo.

-¡Genial! –dijo la profesora con brillo en los ojos. Todo el mundo se giró de nuevo a mirar a la tutora, ya que se habían quedado mirando la competitiva escena de Momo y Carl, y cómo habían metido por el medio al guapo de Joe.

Todo el mundo la miraba esperando a que la profesora dijera lo que tuviera que decir; unos con cara de miedo, otros con cara de cansancio, y otros, directamente, pasaban de todo.

-¡Sora y Joahnes harán el trabajo juntos! –dijo emocionada. Momo cogió un brazo de Joe y lo levantó igual que su otro brazo, haciendo el signo de la victoria mientras sonreía. Joe se contagió de aquella hermosa sonrisa y también sonrió alegremente- Y los demás tenéis que participar, es obligatorio. Capito?

-Jope, profe… –gimió Gianluca.

-Ni jopes ni nada. A demás así hay más competencia… -dijo más tranquila– Bien, decidme las parejas –dijo la tutora sacando un cuaderno y un bolígrafo.

-Yo con Valen. –dijo feliz Lora.

-¡Sí! –dijo Valen.

-Yo con Rafaello –dijo Gianluca.

-¡Vale! –dijo entusiasmado Rafaello.

-Yo con Marco –dijo Step levantando enérgicamente la mano.

-Si no queda otro remedio… –dijo Marco sin mucho entusiasmo.

-Yo con Michaelo –dijo Carl. Michaelo se le quedó mirando con cara sorprendida. 

No era propio de Carlo escoger a un compañero que no tenía su nivel. Eso le ponía muy contento. Después de todo Carlo es el mejor, se dijo para sí. Entonces miró a su alrededor y se dio cuenta de que todos hablaban animadamente con el compañero que habían escogido, mientras que Carlo estaba sentado malhumorado en su asiento con los brazos cruzados. Ahora se daba cuenta… ¡Le había escogido a él porque no quedaba nadie más a quién escoger! Michaelo, quién antes estaba sonriente y alegre, se vio sumido en una pequeña pero oscura depresión…

-Bien… ¡Di Angelo! –dijo la profesora.

-¿Sí? –dijo ella distraída, ya que había estado todo el rato pensando en el paseo a la luz de la luna con Salva…

-¿De qué estábamos hablando? –preguntó la profesora con el ceño fruncido.

-De… Mmm… De la… –dijo Eli sin saber cómo seguir.

-Bien… ¡Cardanni! –dijo la profesora.

Pero Salvatore no contestaba, todos se giraron hacia el sitio del muchacho y vieron a su querido delegado dormido profundamente.

-¡CARDANNI! –le gritó la profesora.

Entonces, Salva abrió los ojos muy sobresaltado, buscando el origen del ruido. Vio que toda la clase le estaba mirando y que la tutora le miraba con una venita hinchada en la frente. Se rió un poco nervioso y vio de reojo que su amigo Joe dejó caer su cabeza sobre una de sus manos, suspirando, indicando rendirse ante el comportamiento de su amigo.

-¡Bien! Cardanni y Di Angelo harán el trabajo juntos y además están castigados mañana a la hora del recreo, en el aula de convivencia–remató la tutora- Por cierto, también tengo que deciros que el 14 de enero haremos una excursión de una semana a Roma –concluyó recogiendo sus cosas.
Todo es mundo se puso a gritar y a saltar de la emoción por la nueva noticia.

Nuestro grupo de amigos se miraron unos a otros sonrientes y contentos: habían escuchado esa mañana en las noticias de la televisión que ese año pudiera ser que nevara por la zona de Roma.

En ese momento, Joe vio que una pequeña figura pasaba por delante de la puerta de la clase. Se trataba de Hina. Se disculpó y salió detrás de Hina.

Momo se preguntó a donde iría con tanta prisa. Pensó en seguirle pero no quería entrometerse en los asuntos de Joe…

+.-o-.+

Joe la detuvo cogiéndola de un brazo. Hina le miró sorprendida.

-¿Qué haces Joe? ¿No tendrías que estar en clase? –dijo cruzándose de brazos.

-Lo mismo te digo –dijo contrariado.

-Tengo que ir a una reunión del club de periodismo –dijo prepotente. Joe frunció el ceño- Bien, ¿para qué me has detenido? Estoy perdiendo un tiempo precioso contigo.

-¿Sabes? No tienes nada que ver con tu hermana –dijo divertido y sonriente Joe. Al ver esa sonrisa perfecta, se sonrojó. Ya sabía el porqué de que su hermana se hubiera enamorado de aquel amable chico.

-No estás faltando a clase para decirme eso, ¿verdad? –dijo con una ceja levantada, ya recompuesta.

Joe suspiró, pensando en los que le iba a decir:

-Mira, Hina, estoy enamorado de tu hermana… –dijo ruborizado levemente.

-Eso ya lo sabía, ¿y? –dijo quedando atónito a Joe. Ya no sabía cómo continuar. No pensaba que se lo iba a decir tan directamente.

-Sí, ya sabía que lo sabías, pero a lo que me refiero es que… -dijo más nervioso de lo que debería estar. ¡Por Dios! ¡Solamente es una niña de 13 años!

-Sí, sí, ya lo he entendido… -dijo moviendo la mano de un lado para otro- No me meteré en vuestros asuntos, ¿ok? –dijo Hina cruzándose de brazos. Joe sonrió ampliamente- Pero no voy a poder evitar molestaros de vez en cuando, jijiji –se rió malévola. A Joe se le borró la sonrisa. Se sorprendió al sentir un leve puñetazo en su brazo izquierdo- Sólo una cosa más –dijo seria mirándole a los ojos fijamente- Cuídala, ¿de acuerdo? –le dijo medio preocupada.

Joe comprendió que sólo estaba preocupada por su hermana mayor. Puso una mano sobre la cabeza de Hina, sorprendiéndola y dijo:

-Tranquila, tu hermana está en buenas manos –dijo amable. Hina le sonrió sincera y aliviada. Se despidió y salió corriendo, pero antes se dio la vuelta y levantó el brazo para despedirse de Joe nuevamente. Joe levantó el pulgar para hacerle entender que todo estaba bien y ella hizo lo mismo, riéndose. Definitivamente, Momo había escogido al mejor chico de todos.

Joe por fin se sentía aliviado. Contaba con el apoyo de su hermana menor, aunque sabía que los iba a seguir molestando de vez en cuando.

Se metió las manos en los bolsillos del vaquero y miró hacia la ventana. Todavía no había tocado el timbre y algunos alumnos seguían estando por los pasillos. Un grupo de chicas se detuvo a unos metros de él y empezaron a mirarle y a cuchichear emocionadas y azoradas. Joe las miró y sonrió amable. Las chicas empezaron a reírse atontadas y se despidieron de él con saludos tímidos.
Sintió un poco de penas por aquellas chicas. Si supieran que ya tenía a alguien por la cual haría cualquier cosa… Suspiró profundamente y:

-¡Joe! –escuchó que gritó alguien. Se dio la vuelta y vio que un chico del taller de física se acercaba corriendo hacia él.

-¿Qué pasa? –dijo mirándole mientras que el chico se reponía de la carrera.

-El profesor Ventto quiere que vallamos todos los miembros del taller de física al laboratorio para preparar unos informes sobre un proyecto –dijo resoplando de cansacio.

-¿Ahora? Pero tengo que ir a clase y… -dijo extrañado.

-Sí, dijo que te necesitábamos a ti porque eres el presidente del taller. Además, ahora te toca clase con él, ¿verdad? No creo que pase nada, ya que ha sido él quien lo ha dicho. ¡Vamos! –dijo tirando de él por el brazo.

-“¡Joder! Y yo que quería ayudar a Momo durante la clase de física…” –pensó deprimido.

+.-o-.+

Mientras, en el laboratorio de física, Ventto colocaba sus papeles para ir a su siguiente clase cuando leyó algo que le dejo bastante desconcertado:

Querido profesor:

Si quiere volver a ver su querido Matraz de fondo redondo, tendrá que cumplir el siguiente requisito:

Deberá dejar a la entrada del instituto, justo a las 14:14 la siguiente cantidad de dinero: 130 euros.

Si no cumple este fácil requisito, no me quedará otra que sacrificar al matraz, y… créame, tengo más cacharros…

Los obligaré a mirar…

ANÓNIMO

Después de leer la siniestra nota Ventto salió de la clase con aire decidido, pues sabía justo lo que tenía que hacer.

         +.-o-.+

-Puff, que mierda, vamos a tener que participar en el concurso… -dijo Gianluca cabreado.

-Bueno Gianluca, no pasa nada –dijo Rafaello.

-Puf… No sé –dijo Gianluca sin mucho convencimiento.

-Tío, ¿no es ese Ventto? –dijo Rafaello entrecerrando los ojos para verle mejor.

-Si… –dijo Gianluca mirando como el acalorado profesor corría directamente a la clase.

-¡Chicos! –dijo en un suspiro Ventto.

-¿Hum? –dijo Gianluca.

-¿Dónde está Puchinni? –dijo Ventto apoyándose en el marco de la puerta.

-¿Ah? -dijo Gianluca – Está dentro de la clase –matizó un poco extrañado. ¿Dónde se suponía que debía estar entonces?

Ventto entró corriendo en la clase, haciendo que todos se le quedaran viendo, y vio a Carl hablando muy serio con Michaelo.

-¡Puchinni! ¡Ven aquí ahora mismo! –dijo Ventto al lado de Momo y Eli, quienes de miraban extrañadas.

-Bueno, que no se te olviden los ajustes externos e internos del proyecto Z. ¿Vale, Michaelo? –dijo Carl acabando la conversación y mirando a Ventto- ¿Qué desea Señor Ventto? –dijo educadamente Carlo.

-¡Ven, tengo algo que decirte! –concluyó Ventto.

-Pero, profesor, tenemos clase con usted ahora –dijo Momo sorprendida. ¡No podía irse!

-Pe-pero mañana es el examen y… -dijo horrorizada Eli.

-¡Nada de peros! ¡Hoy no hay clase de Física y punto! Ahora mismo vendrá un profesor de guardia –dijo cogiendo a Carl por la manga de la camiseta.

Entonces Carlo y Ventto desaparecieron por la puerta de la clase. Momo y Eli se quedaron atónitas. Después se miraron miedosa la una a la otra y luego se abrazaron.

-¡No, por qué! ¡Por qué, por qué, por qué, por qué! –chilló Eli.

-¡Por un examen de física que iba a aprobar! –dijo abrazando aún más fuerte a Eli- Y… ¿¡Dónde demonios se ha metido Joe!? ¡Ah! –gritó Momo desesperada.

+.-o-.+

En el laboratorio de física…

-¡Achus! –estornudó Joe.

-Parece que alguien que conoces está hablando sobre ti –dijo divertido un compañero. Los otros miembros se rieron divertidos. Todos sabían que era muy popular entre las chicas y que éstas sólo hablaban de él constantemente.

-Jum –dijo sonriendo de medio lado Joe mientras que hacía el informe. Esperaba que hubiera sido quién él deseaba.

+.-o-.+

Ya en la hora de salida…

-¿Eh? ¿En el laboratorio de física? –dijo Momo mirando a Joe quién estaba caminando a su lado.

-Sí… Es que teníamos que hacer unos informes sobre un proyecto –le dijo un poco abochornado mientras que se llevaba una mano a la cabeza. Momo le sonrió divertida.

-No hace falta que pongas esa cara de culpable. No tienes porqué justificarme nada de lo que hagas o dejes de hacer –le dijo acariciándole levemente el brazo.

-Momo… -dijo parándose en seco- Yo… Yo quiero… Yo “siento” que quiero justificártelo, porque…

-¡Eh, chicos! ¿Ese no es el profe de física? –dijo Salvatore junto a Eli. Se habían dado la vuelta para llamarles la atención. Eli los miraba a los dos con cara de “lo siento mucho, no he podido detenerle”.

Joe miró molesto a Salva con una venita hinchada en la frente. Salva le miraba sin comprender. Con esta ya habían sido 2 las veces que le había interrumpido.

-Sí, yo creo que sí –dijo Momo entrecerrando los ojos y sin prestar la más mínima atención a la mirada asesina que Joe le mandaba a Salva.

Entonces, todos vieron como el profesor de física colocaba una cosa a la entrada del instituto y después se escondía detrás de un coche.

-¿Qué se supone que está haciendo? –dijo Joe con cara curiosa.

-No tengo ni idea –dijo Eli.

En aquel momento vieron a Raffaello dirigirse a la entrada principal con el Matraz del profesor. Llegó al sitio acordado, depositó el Matraz, y luego se disponía a irse cuando dijo:

-Bueno… Pues ya está –dijo Rafaello contando el dinero.

Pero en ese preciso instante salieron Carl y Ventto de sus escondites gritando.

-¡Quieto Rafaello! –dijo Ventto saliendo disparado de detrás del coche.

-¡Y suelta el Matraz! –añadió Carlo siguiéndole.

-Joder, este no era el plan -dijo Rafaello molesto.

-¿¡Carl?! –dijeron todos al unísono.

 Carl y Ventto cogieron a Rafaello, mientras Hina y Lenna se acercaban disimuladamente.

-¿Para qué querías el dinero del Matraz? –dijo Carl con mirada severa.

-Para comprarle a mi novia un tanga de Victoria Secret –dijo Rafaello sonriendo como un tontito. Pero pronto se recompuso de su ensoñación y acto seguido le pegó un puñetazo a Carl, se libró del profesor de física y tiró el Matraz del profesor por los aires mientras huía.

-¡EL MATRAZ! –gritó Ventto.

Entonces, Salvatore instintivamente, corrió rápidamente hacia el matraz del profesor y lo atrapó con una estupenda captura. Por algo era el portero del Orfeo.

-Gracias, gracias, gracias –dijo feliz el profesor, acercándose rápidamente a Salva- Cardanni, en recompensa por la estupenda captura de mi apreciado Matraz le voy a aprobar el examen.

-¿En serio? GRAZIE MILLE –dijo Salva con los ojos muy abiertos y saltando de alegría.

Pero Salva se dio cuenta de que sus amigos lo miraban con cara de preocupación y con los ojos muy abiertos, y como Eli le hacía señas para que mirase el suelo… Y entonces Salva miró. En un acto reflejo, el profesor  pensó que aquello era muy raro y acto seguido miró a la vez que todos lo hacían al suelo. Y es que, sin darse cuenta, en aquel ataque de euforia, Salva había tirado al suelo el matraz del profesor.

-¡Qué exclusiva! –dijo Lenna sacando fotos en todos los ángulos a lo que anteriormente había sido el matraz del profesor.

-¡CARDANNI! –gritó Ventto mirando ferozmente a Salvatore.

-Lo… lo siento –dijo Salva trabándose del miedo que tenía.

Pero al ver que el profesor no cambiaba su semblante y como sus amigos le hacían indicaciones de que saliera de allí lo antes posible, decidió hacerles caso y poner pies en polvorosa.

-Este Salva nunca cambiará… -dijo Eli mirando como corría Salva.

-¡CARDANNI! –dijo Ventto corriendo detrás de él.

-Si es que ni Step es tan despistado –dijo Marco desviando un momento la mirada hacia su mejor amigo.

-¿Qué? –dijo Step que había estado jugando todo este tiempo con una cuerdecita.

-Nada –dijo Marco poniendo los ojos en blanco.

Entonces, vieron que Hina y Lenna empezaban a correr detrás del profesor y Salva.

-¡Vamos, Lenna! ¡Tenemos que sacar más fotos para la exclusiva! –dijo emocionada mientras que recogía algunos papeles que se le habían caído de su pequeña libretita de notas.

-¡Sí, sí! –dijo corriendo mientras que cambiaba de tarjeta la cámara.

Todos se le quedaron viendo hasta que desaparecieron por una esquina.

-Me siento como si estuviera en un anime –dijo Step con cara de idiota.

-Es verdad… -dijeron todos al unísono, también con cara de idiotas.

-Por cierto –dijo Marc, sacándolos de aquella ridícula escena –Valen y yo tenemos que deciros algo… -dijo acercándose sonriente a Valen.

-¿No será que estáis saliendo? –dijo Eli mirándoles picarona.

-Sí… -dijo Valen mirando de reojo a Marc- Pero, Eli, ¿cómo lo sabías? –preguntó.

-Intuición, Valen, intuición… -dijo haciéndose la interesante.

-Bueno, nosotros dos sí que lo sabíamos –dijo Joe mirándo a Momo.

-Es que os vimos besaros está mañana en la puerta del instituto –añadió Momo un poco avergonzada.

-Ah… qué bien –dijo Valen roja como un tomate.
-P-pues ya lo sabéis -dijo rojo también Marco. Habría sonado como “Pues ya lo sabéis. Quién la toque recibirá la paliza de su vida”, de no ser por lo avergonzado que se veía.

Todos se empezaron a reír por la gracia que le hacía ver a Marc tan nervioso y avergonzado. Nunca le habían visto así.

-Bueno, nos vemos mañana –dijo Eli empezando a caminar- Buon pomeriggio a tutti –se despidió.

-Buon pomeriggio –dijeron los demás yéndose cada uno por su lado.

+.-o-.+

-¿Qué tal el instituto? –preguntó Rosetta.

-Muy bien –dijo Lenna revisando las fotos de su cámara. Después miró a su madre y dijo:- ¿Sabes mamá?

-¿Sí? –dijo Rosetta.

-Han averiguado quien era el ladrón del matraz e Hina y yo vamos a hacer una noticia del asunto. ¡Mira, mira! –dijo Lenna triunfante, enseñándole las fotos a su madre.

-Ah… -dijo Rosetta, poniendo caras extrañas a cada foto que le ensañaba su hija. En todas aparecían el profesor Ventto persiguiendo a Salva por el instituto, excepto una en la que aparecían varios cristales rotos- ¿Y tú Eli? –añadió intentando cambiar de tema.

-Molto Bene –dijo ella enfurruñada. ¿Cómo que muy bien? ¡Mañana iba a suspender otro examen de física porque no habían dado clase!

Entonces oyeron el sonido de una puerta abriéndose, y vieron a Francesco entrar en casa muy contento.

-¿Qué tal el día papá? –preguntó Lenna.

-Muy bien hija –dijo colgando su chaqueta en la percha de la entrada- Hoy he cerrado un acuerdo en la empresa de suma importancia –dijo Francesco muy satisfecho.

-Me alegro –dijo Lenna feliz. Entonces, le contó de nuevo todo lo que había ocurrido aquel día en el instituto.

-Buf, un día ajetreado entonces, ¿no? –dijo sonriente Francesco.

-Nnn… -gimió Eli molesta mientras que entraba a la cocina.

-Venid a comer –dijo Rosetta asomándose desde la puerta de la cocina.

-Sí –contestaron padre e hija. 

+.-o-.+

Momo y Joe hablaban en la entrada de la casa de los Mizuky sobre el colegio y los deberes.

-Mañana tenemos examen de física –dijo Momo preocupada.

-¿Qué tal si vengo esta tarde a ayudarte con física? –preguntó el sonrojado. Ella le miró expectante- Digo… Por no haberte podido ayudar antes… -dijo aún más sonrojado.

-Claro, me vendría bien un poco de ayuda… -dijo bajando la mirada, sonrojada. Sintió como Joe se acercaba lentamente a ella.

-Oye… -dijo, más bien susurró, Joe- No quiero echarle la culpa a Salva porque sé que no lo ha hecho queriendo… Pero me molesta que me haya interrumpido siempre en “ese” momento, y… -dijo Joe mirando hacia el suelo. Momo sentía los nervios y confusión de Joe y sobre todo sus nervios. Los nervios que ella sentía. Más o menos sabía de qué estaba hablando… Y descubrió sorprendida que ella también estaba molesta.

Entonces Joe se acercó a Momo, quedando a escasos centímetros de ella. La miró a los ojos, la cogió suavemente de la barbilla y después se acercó a ella muy lentamente. Momo sentía como todo se desvanecía poco a poco a su alrededor. Los labios de Joe ya estaban a unos centímetros de los de ella… Cuando Hina irrumpió en la entrada de la casa, haciendo que Momo y Joe se separasen en el acto.

-¿Qué estabais haciendo? –dijo malévolamente Hina.

-¡NADA! –contestaron rápidamente ambos. Se miraron de reojo y volvieron a apartar la mirada rápidamente, sintiendo que la vergüenza se los comía.

-Bueno, bueno, bueno –dijo Hina mirándolos con una sonrisilla pilla.

-¡A comer! –gritó Taro desde el interior de la casa.

-Si… Nos vemos mañana –dijo Momo entrando rápidamente en la casa.

-Si…-dijo Joe un poco apenado.

Antes de que la puerta se cerrase, Hina apareció de nuevo en la puerta. Le miró divertida y le guiñó un ojo. Joe la miró molesto y le sacó la lengua. Hina empezó a reírse y cerró la puerta.
Iba a ser muy difícil empezar una relación con Momo si tenía a una hermana pequeña tan metiche de por medio.

Se dio la vuelta y sonrió. Por lo menos iba a ser entretenido.

     +.-o-.+

La familia Di Angelo había acabado de comer hacía ya un rato.

 Eli subió a su habitación y abrió su portátil con la mirada muy seria, algo muy raro en ella. Encendió el correo y empezó a escribir lo que parecía un mensaje para la asociación de fútbol Brasileña.

Después, apagó el portátil y se tumbó en la cama a pensar en sus cosas, y, especialmente, en algo que hacía tiempo que le rondaba por la cabeza.

-“No lo entiendo” –pensó Eli- “Siempre lo he visto como a un amigo y nada más… Pero, lo que casi pasa el otro día, a orillas del Arno… Aquel momento en el que estábamos tan cerca el uno del otro, ese momento… Y luego voy y le beso. ¿Pero en qué estaba pensando? Es mi amigo, un amigo con el que comparto alegrías y penas, con el que puedo ser yo misma, pero… ¿Qué es lo que realmente siento por él? Siempre que estoy a solas con él, noto como me mira, noto esos ojos azules oscuro penetrando lentamente en los míos, intentándome decir algo… ¿Será que siento algo más profundo por él?” –No, no puede ser –dijo Eli intentando poner orden en su cabeza.

Mientras Eli intentaba convencerse a sí misma de lo que sentía, su hermana Lenna entró en la habitación gritando a los cuatro vientos.

-¿¡Qué haces Eli!? –preguntó Lenna subiéndose a la cama de su hermana.

-¡NADA! –contestó Eli muy sobresaltada por el susto que su hermana le acababa de dar.

-Amm… -dijo mirándola detenidamente, intentando saber qué se le pasaba a su hermana por la cabeza- Ven a la cocina un momento, papá tiene algo importante que anunciar –aclaró Lenna.

+.-o-.+

-¿Estás ahí? –dijo alguien mientras hablaba por teléfono– Nena, necesito verte… Tengo ganas de besarte… En mi casa, dentro de una hora.

-Vale, guapetón allí estaré, vete preparando –contestó ella coqueta.

-“Esta chica me pone a cien” -pensó el chico mientras colgaba.

               +.-o-.+

-Bien –empezó Francesco– Os he hecho llamar porque tengo algo que deciros: Este Sábado tengo que ir a una ceremonia con algunos empresarios de renombre de nuestro País. Pero como ya sabéis, en este tipo de ceremonias hay que ir acompañado y necesito que vengáis, todos llevarán a sus familias –terminó juntando sus palmas de las manos.

-Que rollo, va estar todo lleno de empresarios aburridos… -dijo Lenna cruzándose de brazos.

-Además –prosiguió Francesco– Van a estar los Bianchi –dijo sonriéndole a Lenna.

-¿Van a estar Paolo y Paola? -preguntó Lenna más animada que antes.

-Sí –contestó Francesco.

-¡Qué bien! Tengo ganas de jugar con Paola –dijo Lenna saltando por la habitación.

-“Paolo… Se fue un poco disgustado la última vez que lo vi” –pensó Eli. Sin darse cuenta empezó a pensar en el beso que el chico le dio hace tiempo.

-Qué bien, vas a volver a ver a Paolo. Hace tanto tiempo que no os veis… Que recuerdos- dijo Rosetta pensativa.

-Sí… -dijo Eli mirando hacia abajo.

-Me pregunto cuánto habrá crecido, seguro que está muy guapo –dijo Rosetta aún recordando. Eli sintió unas ganas enormes de irse de allí.

-Bueno, era eso –dijo Francesco– Por cierto, ¿no tenéis mañana examen de física? –dijo mirando curioso a Eli.

-¡Ah! ¡Es verdad! –dijo Eli corriendo hasta su habitación.

-Esta hija mía… Que despistada es –dijo su madre, mientras que el padre sonreía. Le recordaba tanto a él cuando tenía su edad…

-¡RINGGGG! –sonó el teléfono.

-Ya voy yo –dijo Francesco mientras le daba un beso en la mejilla a Rosetta- Buon Pomeriggio. ¿Sí? –preguntó Francesco.

-Buon Pomeriggio. Soy Salvatore –sonó al otro lado de la línea.

-¡Hola Salvatore! ¿En qué puedo ayudarte?

-Quería hablar con Eli, per favore.

-Está bien. Espera un momento –tapó con la mano el teléfono y miró hacia las escaleras- ¡Eli! –gritó Francesco– Es Salvatore, coge el teléfono- Bueno, adiós Salvatore. Ahora mismo se pone –se despidió amable el señor Di Angelo.

Eli cogió el teléfono e intentó no pensar mucho en Salva, ya que estaba tratando de ordenar los sentimientos hacia él.

-¿Diga? –dijo Eli.

-Ciao –dijo Salva.

-Ciao anche a te –dijo Eli- ¿Qué querías? –preguntó la muchacha un poco cortante. Se sorprendió a sí misma. Nunca le había hablado así.

-Esto… –empezó Salva al parecer no se había percatado en el tono de voz de Eli. Qué alivio…– Es que como mañana hay examen de física, me preguntaba si querrías venir a mi casa a estudiar conmigo…

-Claro… -dijo Eli- ¿A qué hora? –dijo con mejor humor.

-Ahora mismo. ¿Ok? –dijo Salva animadamente.

-Ok. Llegaré enseguida –dijo Eli no muy convencida y colgando el teléfono- “No sé si con el bucle de emociones que tengo ahora en la cabeza sea buena idea” –pensó preocupada. Pero luego lo pensó mejor y decidió pasar un buen rato de estudio junto con Salva. Nada malo podía pasar si ambos estaban preocupados por el examen de física de la mañana siguiente…

+.-o-.+

-Entonces los “cm” quedan arriba, ¿no? –dijo Momo mirando a Joe.

-Exacto. ¿Y por qué? –preguntó el muchacho alegre de que lo entendiera.

-Pues porque así se eliminan y se puede continuar calculando las operaciones restantes –dijo feliz Momo.

-Muy bien, Momo, ya hemos repasado todo –dijo Joe dejando el boli en la mesa y recostándose en la silla.

-Contigo el tiempo se me pasa volando –dijo Momo recogiendo los apuntes.

-A mí me pasa lo mismo –dijo Joe mirándola tiernamente.

La situación se volvió intensa: Momo intentaba concentrarse en los apuntes que estaba guardando, pero no podía, porque Joe no paraba de dirigirle miradas intensas.

-¿Sabes? Pienso en lo bien que hice en venir a Italia… Si no, no te hubiera conocido –dijo feliz Joe acercándose a Momo.

Momo lo miró a los ojos muy ruborizada. Quería decirle que ella también estaba contenta de haberle conocido, pero no pudo porque él se acercó a ella lentamente… Le apartó el pelo de la cara y se lo colocó detrás de la oreja, dejando que su mano acariciase su mejilla. Momo cerró los ojos, sintiendo las oleadas cálidas que le transmitía los roces de la piel de Joe con la suya. Joe al verla tan linda se sonrojó y no pudo evitarlo más, se acercó peligrosamente a sus labios y…
Estaban a punto de compartir lo que para ambos hubiera significado mucho, lo que había sido interrumpido veces anteriores. Pero justo en aquel momento, Hina abrió la puerta de golpe y entró en la habitación de su hermana. Pudo ver cómo la cara de su hermana estaba apoyada en la mano de Joe, con los ojos cerrados y muy, pero que muy sonrojada.

-¿Qué estabais haciendo? –preguntó Hina como si fuera una niña pequeña.

-¡NADA! –gritó Momo al ver como su hermana los miraba. Joe estaba petrificado en su sitio.

-¡Ya! Seguro que os estabais besando –espetó malévolamente Hina.

-No, no, no –dijo Momo muy acalorada y moviendo desesperadamente la cabeza en signo de negación.

-Bueno, bueno. Vosotros seguid, que yo ya me iba –dijo Hina dándose la vuelta.

-Estamos estudiando –dijo Joe más tranquilo de lo que debería de estar. Ya se estaba acostumbrado a que lo interrumpieran. Hina le miró de reojo, sonriendo malvada. Se encontró con la mirada neutra de Joe, pero no se dejó sorprender.

-Claro, claro… Es así como los adolescentes lo llamáis ahora –dijo Hina señalándolos con el dedo. Momo y Joe la miraron con una ceja levantada.

-Mira Hina… -empezó a hablar Momo con una venita hinchada en su frente- Ya te lo he dicho antes… Deja de decir tonterías, porque… ¡Tú también eres una adolescente! –le gritó enfadada. Joe suspiró, rendido- ¡Ahora, lárgate!

-Vale, vale… Ya me voy –dijo Hina riéndose por lo bajinis.

-¡Ah! Una cosa más… -dijo acercándose a Hina- De esto ni una palabra a nadie, ¿entendido? ¡Y menos a mamá y papá! –le susurró en el oído. Hina asintió cansadamente con la cabeza y se fue.

-Jejeje –se rió nerviosa Momo mirando a Joe con la respiración entrecortada- Lo siento, mi hermana siempre ha sido así… -no sabía que más decir. Vio que Joe la miraba. Sus ojos mostraban molestia, tranquilidad y otras emociones entremezcladas en ese color azul metálico que poseían sus ojos.

-Bueno, ¿le damos el último repaso? –preguntó Joe sonriéndole amablemente.

-Sí –contestó Momo. Se sentía molesta. Molesta porque otra vez les hubieran interrumpido. Esperaba que si se diera otra ocasión, no estuvieran ni su hermana ni Salva cerca de ellos.

+.-o-.+

Eli salió enseguida a la casa de su amigo Salvatore. A medida que andaba, iba pensando en él, en la reunión de su padre y en Paolo… 

Salvatore vivía, en una mansión cercana a la de los Di Angelo. Eli, acababa de llegar y llamó a la puerta. El señor Cardanni le abrió la puerta.

El señor Cardanni, era exactamente igual a su hijo. La misma sonrisa perfecta, el mismo color de pelo, su misma mirada…

-Buon Pomeriggio, Eli. Salva está arriba, pasa, per favore. –dijo Mario sonriéndola cordialmente.

-Buon Pomeriggio anche a te –dijo Eli devolviéndole la sonrisa.

-¡PAPÁ! –gritó Salva desde el piso de arriba- ¿Ha llegado Eli?

Cuando escuchó la voz de Salva, sintió que se estaba poniendo nerviosa.

-¡Sí! ¡No seas mal educado y baja! –le gritó Mario a su hijo.

-¡Sí, ya mismo bajo! –dijo Salva bajando como una flecha para recibir a su amiga.

-Este niño… -masculló Mario. A saber lo que estaba haciendo arriba.

-Ciao, Eli –dijo Salvatore cansado por la carrera. Eli se fijó en que iba muy guapo: pantalones vaqueros y un jersey gris de maga francesa. No se dio cuenta de que no le había saludado y levantó rápidamente una mano a modo de saludo. Salva le sonrió tiernamente. A Eli se le subió la sangre a la cabeza al ver su sonrisa– Bueno, que. ¿Lista para estudiar?

-S-Sí –dijo Eli mirándole a los ojos- “¡Otra vez! ¿Por qué me atraen tanto esos ojos? Y su perfecta sonrisa… Mamma mia, ¿qué me está pasando?” –pensaba Eli, pero la llegada de la señora Cardanni la sacó de sus pensamientos.

-¡Ciao Eli! –dijo Angela- ¿Qué tal estás? –dijo abrazándola.

-¡Ah! Molto bene –contestó ella respondiendo al abrazo. Le encantaba la madre de Salva. Era como si fuera su segunda madre.

-Me alegro –dijo con una calurosa sonrisa Angela.

-¡Bueno! –dijo Salva, que había estado callado todo el rato. Siempre le gustaba mirar a las dos mujeres de su vida cuando estaban juntas. Se llevaban realmente bien– Nos vamos a estudiar, que si no se nos va la tarde.

-Está bien –dijo Angela– Luego os subiré la merienda.

-Muchas gracias –dijo Eli mientras seguía a Salva hasta su habitación.

            +.-o-.+

En algún lugar de Florencia, un chico caminaba tranquilamente mientras se comía un helado de nata que se acababa de comprar en la heladería Vivoli. El chico iba pensando en sus cosas cuando vio a un conocido de su familia: el señor Di Angelo. Se acercó a él y lo saludó:

-Buon Pomeriggio –dijo el chico.

-Buon Pomeriggio, Paolo –dijo el señor Di Angelo.

-¿Qué tal está tu familia? Hace mucho que no nos vemos –dijo Francesco poniendo una de sus manos en el hombro de Paolo.

-Están muy bien, gracias por preguntar –dijo Paolo- ¿Y vosotros?

-También muy bien –contestó Francesco.

-Me alegro –dijo Paolo.

-¿A dónde ibas tan tarde? –preguntó Francesco.

-Estaba dando un paseo –dijo el chico- Eso de tirarme toda la tarde en casa no va conmigo –dijo sonriente.

-Me parece muy bien. Bueno yo ya me voy, que tengo una reunión en la empresa. Nos vemos el Sábado –dijo Francesco despidiéndose con la mano.

-¿Va a ir Elisabetta? –preguntó Paolo antes de que Francesco se fuera.

-Sí, claro. Tiene muchas ganas de verte –dijo Francesco. Lo que no sabía es lo que había sucedido entre Paolo y su hija hacía unos días…

-Bueno, arrivederci –dijo el empresario mientras se iba.


-Arrivederci… -dijo Paolo mirando cómo se marchaba- “Con que tiene muchas ganas de verme, ¿eh?  Apuesto lo que quieras a que el cortito de Salvatore no se lo ha dicho todavía. Será pavo. Bueno… ya veremos lo que pasa en la ceremonia” –pensó mientras se metía las manos en los bolsillos y comenzaba a caminar de nuevo.

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