lunes, 23 de junio de 2014

"3 países, 9 vidas" <> CAPÍTULO 19

Un día, a principios de julio, nuestros protagonistas se reunieron temprano para poder llegar a la ciudad costera más cercana a Florencia: Livorno. Allí, el padre de Carlo tenía un apartamento y varios yates a su disposición y a la de su familia. Llegaron a la ciudad más temprano de lo que pensaban y decidieron hacer un poco de turismo para estirar las piernas y prepararse para su largo viaje hasta la isla donde pasarían sus vacaciones. Por supuesto, Paulino (el padre de Carl) sería el responsable a cargo de aquel grupo de adolescentes, no sin antes ser acribillado por las múltiples quejas de su hijo. Aunque, tenía que haber un adulto al tanto de un grupo en pleno cambio hormonal que podía dar serios problemas, ¿cierto? 
Mientras que los chicos dejaban sus cosas dentro de un lujoso yate de tres plantas y piscina (bastante emocionados, si cabe decir; sobre todo, Joe y Momo, que nunca antes habían visto ni montado en un barco de aquel nivel), Paulino estudiaba con detalle el calendario de mareas para saber cuándo sería más propicio zarpar. Tendrían que viajar durante un día y medio aproximadamente y quería hacer el viaje lo más cómodo posible y sin sobresaltos de ningún tipo. 
Los protas pronto eligieron camarote. Como había cinco, la distribución fue la siguiente: en el primero de dos camas, Joe y Salva; en el segundo, Eli y Momo; en el tercero de tres camas, Valen, Lora y Mariana; Step, Marc y Carl en el cuarto; y por último, Paulino se quedaría con el camarote individual.

-Hey, ¿desde cuándo tiene tu padre este yate, Carl? No lo había visto antes –preguntó Salva llevando su maleta por el pasillo que llevaba hacia los camarotes.
-Se me olvidó comentarlo –respondió en tono alto para que le escuchara desde su camarote.
El moreno se encogió de hombros y negó con la cabeza, divertido. Entró en el camarote y se fijó en que Joe ya estaba allí... aunque no en muy buenas condiciones, la verdad.
-Oye, no te ves bien –afirmó desde la puerta mirando con cara extrañada a su amigo.
-No me digas –dijo a su vez el ojiazul tumbado en la cama con cara pálida. En serio, se alegraba de que Salva estuviera allí para ayudarle pero le desquiciaba que sacara a relucir obviedades, y más cuando se veían a simple vista.
-¡Eh! ¿Qué quieres que te diga? Has sido tú el que no ha dicho nada sobre que te marean los barcos. Así que ponte de morros con tu orgullo, no conmigo –dijo Salva tirándose en su cama. Joe gruñó en respuesta.- ¿Qué te parece si nos damos un chapuzón en la piscina? Así te refrescarás y se te pasará el mareo –propuso poniéndose animadamente de pie. Joe le miró como si le hubieran salido dos cabezas. Salva suspiró cansinamente- Vamos, también se lo diré a los chicos –añadió para convencerle pero no surgió ningún efecto.
Salva estaba por tirarse encima de Joe para sacarle de la cama y llevarlo a rastras hasta la piscina cuando unas voces alegres y dulces llegaron desde el pasillo:
-Qué calor hace, ¿no? –dijo la voz de Valen.
-La verdad es que sí. Tengo que ponerme protector solar –dijo Mariana.
-¡Ya lo tengo! ¿Y si subimos a la piscina? –propuso la enérgica voz de Eli.
-¡Buena idea! ¡A tomar el sol! ¡Yupi! –exclamó contenta Lora.
-Está bien. Nos cambiamos y subimos. ¡Nos vemos arriba! –dijo por último Momo. 
Acto seguido se escucharon las puertas cerrarse. Salva observó de reojo a Joe, quien se había incorporado un poco y miraba un tanto sonrojado la puerta. Salvatore sonrió malicioso.
-¿Te apetece ahora un baño? –preguntó burlón. 
Joe tragó grueso. Ver a Momo en traje de baño… Sería un espectáculo difícil de perderse, y de olvidar. Incluso se notaba un poco más lúcido y mejor que antes.- De acuerdo –aceptó sin apartar la vista de la puerta. Escuchó a Salva reírse y frunció el ceño- ¿Qué pasa? Cómo si tú no tuvieras ganas de ver a Eli en bikini, ¿eh, tonto con mirada pervertida? –espetó divertido mientras se levantaba de la cama.
-¿Ah? –Salva dejó de reírse para mirar perplejo a su amigo- ¿Mirada pervertida? ¿Yo?
-Pensabas que no me había dado cuenta… Bueno, eres un tonto así que no te habrás dado cuenta ni de ti mismo –dijo Joe burlándose mientras buscaba su bañador en la maleta. A su espalda, Salva parecía más un tomate que una persona.
-¡Joe! –gritó antes de abalanzarse encima del susodicho.
Por si habían dudas, fueron los últimos en llegar a la piscina.
+.-o-.+
Cuando ambos llegaron a la piscina ya todos estaban a lo suyo: los chicos se bañaban y jugaban en el agua y las chicas tomaban el sol acompañadas de las canciones veraniegas que sonaban en una pequeña radio que se habían traído con ellas.
Se acercaron y fueron a saludar a las chicas antes de unirse a sus amigos. Claramente, tenían intención de deleitarse con los cuerpazos de sus novias. Y aprovecharon la oportunidad: Momo llevaba un bikini verde agua de esos que se ataban por la cintura y dejaban volar la imaginación, mientras que Eli llevaba un trikini azul y hacía que le resaltaran los pechos. Salva y Joe nunca habían visto a sus novias tan apetecibles, sexys y arrebatadoras. Las demás también estaban guapísimas con complementos como sombreros de estera y pareos a juego, pero ellas seguramente habrían tenido la atención de sus respectivos novios. Así que las saludaron con un provocativo beso y un piropo y se dirigieron al borde de la piscina dejando con una sonrisa a Eli y Momo, quienes les observaban por encima de las gafas y silbaban halagos a los esbeltos y trabajados cuerpos de sus novios.
-Qué, ¿te habrás quedado a gusto, eh, ojos pervertidos? –espetó Joe sonriente llegando junto a Salva al borde de la piscina. Los chicos les saludaron desde dentro.
-Sí, igual que tú, baboso –contestó del mismo modo Salva, esperando molestarle.
-¿Cómo…? –preguntó Joe mirándole con el ceño fruncido. Salva se encogió de hombros, divertido. Pero comenzó a correr al ver la mirada de Joe- ¡Ahora verás! –gritó alcanzándole e intentando tirarle a la piscina.
Los chicos miraban divertidos la escena pero pronto se vieron involucrados en ella.- ¡Equipo Orfeo, a por el rival! –llamó Salva para que le ayudaran. Ellos se miraron cómplices y con una sonrisa malévola salieron de la piscina.
-¿Qué? ¡No! ¡Oye, eso es trampa! –exclamó Joe siendo capturado por el equipo futbolista. Pronto lo tuvieron al borde de la piscina.
-A la de una, a la de dos… ¡Ya! –gritaron todos al unísono. Joe cayó al agua haciendo un gran estrépito y salpicando una buena cantidad de agua que llegó hasta las tranquilas chicas que tomaban el sol, ajenas a todo el alboroto.
-¡Eh! –exclamaron todas con reproche. Pero fueron salpicadas por otra oleada de agua gracias a que los chicos saltaron a la vez.
Los chicos intentaban hacerse ahogadillas entre risas y gritos. El ceño fruncido de Joe se había convertido en una enorme sonrisa al ver que era el que mejor se desempeñaba en el agua. Pero las chicas eran ahora las que estaban de mal humor. 
-¡¿Se puede saber qué hacéis?! ¡Nos habéis empapado! –vociferaron las chicas.
-Lo sentimos, princesas –se disculpó Step con una sonrisa zalamera, apoyándose en el bordillo- No era nuestra intención molestar a sus majestades –dijo guiñando el ojo. Los chicos rieron ante las ocurrencias de Step. A las chicas no les hizo ni pizca de gracia.
-¡Y más que lo vas a sentir! –gritó Lora tirándose enfadada a la piscina, haciendo que Step quedara sepultado bajo una ola de agua.
Todos se quedaron en un silencio divertido observando la pelea de novios pero pronto las miradas astutas de los chicos y las inseguras de las chicas se cruzaron y eso fue el inicio de un juego de persecución nunca antes visto.
-¡Salva, Salva! ¡No! ¡El agua está muy fría! –gritaba Eli siendo empujada por la espalda por su chico.
-Vamos, vamos, ya te acostumbraras –decía Salva con malicia, haciendo más fuerza al ver que quedaba poco para llegar al borde.
-No, en serio, tengo frío y puede que me dé un corte de digestión porque… -Eli trataba de encontrar buenas excusas para no ser tirada a esa agua helada. No se llevaba muy bien con el frío.
Llegaron al borde y Eli se las apañó para darse la vuelta, pero se encontró con el fuerte e impenetrable torso de Salva.- No te preocupes, yo te haré entrar en calor –dijo con tono sensual, mirándole a los ojos.
Eli se sonrojó al máximo y lo que sintió después fue el frescor del agua recorrerle todo el cuerpo. ¿Era ella o el agua no estaba tan fría como antes?
Al otro lado de la piscina, Joe y Momo forcejeaban justo al borde, intentando tirarse el uno al otro a la piscina. Por fin, Joe consiguió inmovilizarla sosteniéndola por la cintura y manteniéndola agarrada por una de las muñecas.
-Todavía no me he rendido, que lo sepas –inquirió Momo con mirada retadora.
-Vamos, esto es un empate –dijo Joe socarrón, atrayéndola más hacia él.
-No voy a caer –reiteró Momo con convicción.
-No, caeremos los dos –aceptó Joe con una sonrisa victoriosa antes darle un beso y dejarse caer al agua arrastrando a Momo con él.
+.-o-.+
El día pasó tranquilo. Paulino preparó una rica barbacoa que disfrutaron sobradamente y por la noche cenaron una macedonia riquísima que había traído Valen por cortesía de su madre. Ya estaban a medio camino de las islas donde pasarían el mejor verano de sus vidas y lo más seguro era que llegaran por la mañana antes del mediodía. Todos se fueron recogiendo en sus camarotes, Paulino dejó el piloto automático y fue a descansar un rato también.
-Salva, dile a Eli que Joe y yo vamos a estar viendo una película en nuestro camarote –anunció Momo cuando terminó de recoger las sillas de la mesa.
-Claro –aceptó sonriente el chico. Joe pasó por su lado para dejar la barbacoa en su sitio y recibió una palmada en el hombro por parte de su amigo- Pasároslo bien –dijo guiñándole un ojo a Joe, quien aunque le mirara malhumorado se sonrojó.
La pareja entró en el barco y Salva suspiró. Bien, ahora tendría que buscar a Eli y decirle que no podía entrar en su camarote porque sus amigos estaban tratando asuntos privados… Un momento. Si Eli no puede dormir en su camarote, ¡tendría que dormir con él! Salva entró en pánico unos instantes pero se recuperó enseguida. El podría controlarse, sí, seguro, por supuesto. Y con esta mentalidad fue a buscar a Eli, preguntándose cómo reaccionaría. 
Por suerte para nuestro amigo, encontró a la rubia acurrucada en una manta, dormida estando apoyada en la barandilla de proa. Parecía ser que la chica se había quedado dormida mientras observaba el tranquilo mar al anochecer. Salva se acercó silenciosamente con una sonrisa tierna en los labios. Se sentó a su lado con cuidado y se cercioró de que la chica estuviera bien arropada. La brisa marina siempre era fresca por las noches. No apartó sus ojos durante un buen rato del rostro dormido de Eli que se le antojaba sereno y hermoso. Apartó con sus dedos algunos pelos que le habían caído sobre la cara y muy suavemente le acarició la mejilla. Eli pareció sentir inconscientemente la calidez de Salva y se apoyó sobre su costado. El moreno se mantuvo quieto unos momentos pensando que había despertado a la chica, luego se relajó y la rodeó con un brazo y la atrajo más hacia él. La noche presentaba un cielo lleno de estrellas y de grandes nubes oscuras y esponjosas. La luna llena de aquella noche brillaba más que nunca y Salva agradeció a todas las cosas en aquel mundo por permitir estar en aquel momento junto a Eli.
Pasó un rato y Eli comenzó a removerse inquieta entre sus brazos. Salva pensó que ya era hora de entrar y descansar: Eli dormiría mejor en la cama. Se levantó, miró por última vez el cielo y cargó en brazos a la chica. Entró en el barco y anduvo por el pasillo lentamente para evitar que Eli se despertase. Cuando llegó a la altura del camarote de las chicas enseguida escuchó unos leves gemidos provenientes de allí dentro. Miró la puerta cerrada del camarote y no pudo evitar imaginarse lo que podrían estar haciendo Momo y Joe. Su amigo le había comentado que él y Momo ya estaban preparados, y que incluso habían estado a punto de hacerlo en varias ocasiones (en las que habían sido interrumpidos). Pero escuchar esos sonidos tan sugerentes antes de dormir en la misma habitación con su novia, no ayudaba en la situación para nada. Tragó saliva nervioso y se dispuso a abrir la puerta de su camarote con su codo. Cuando por fin la abrió, miró con ojos inquietos el tranquilo rostro de su novia, y acompañado por los gemidos que aun sonaban, rezó para no cometer ninguna imprudencia.
¡Malditas hormonas!
+.-o-.+
Al contrario de lo que estuviera pensando Salva, sus dos amigos se encontraban viendo una película, nada menos que Titanic, y Momo había roto a llorar en los brazos de Joe al presenciar tanta tragedia. La pobre no dejaba de gimotear y su novio la abrazaba para que se calmara.
Él también se sentía un tanto angustiado, sobre todo por el hecho de que estaban en un barco y aquella película no era la más propicia para ver en aquellos momentos. Por fin, la película terminó y comenzaron a aparecer los créditos acompañados por la famosa canción de Celine Dion.
-¡No lo entiendo! –exclamó Momo indignada entre lágrimas- Es que no entiendo por qué tiene que morir Leonardo Di Caprio si había suficiente espacio en la maldita balsa –lloraba Momo incorporándose en el sofá.
Joe la miró divertido. Le hacía muchísima gracia ver a su novia tan indignada y enfadada por una cosa sin sentido como era aquella.- Es una película, Momo. Y aunque pasó de verdad, la historia de los protagonistas es ficticia –explicó tranquilamente el ojiazul apoyando su cabeza en el respaldo.
-Me da igual… -respondió en un tono más bajo, más controlado. Se calló unos instantes, mirando de reojo a Joe- Si llegara a pasar eso, yo nunca te dejaría morir –dijo en un susurro, un tanto avergonzada.
Joe abrió los ojos y se giró para ver a la pelinegra. Aunque había hablado muy bajito, había entendido a la perfección lo que había dicho. Vio cómo apartaba la mirada y se sonrojaba tiernamente. Estaban a oscuras, la luz de la luna entraba por la pequeña ventana del camarote y la canción todavía seguía sonando. Se deslizó sobre el sofá y pasó su brazo por la delgada cintura de Momo. Apoyó su barbilla en su hombro y besó delicadamente el aterciopelado cuello de la chica. Luego, con voz llena de amor y emoción, susurró:
-Gracias.
Momo volteó la cabeza y sus caras quedaron una frente a la otra. Se observaron detenidamente mientras se acercaban despacio para terminar en un beso. Momo levantó su mano para acariciar en cuello de Joe y enredarla suavemente en su oscuro pelo, y así poder atraerle más hacia ella. Joe se dejó hacer y ambos cayeron sobre el sofá, uno encima del otro. El beso se intensificó y las manos comenzaron a juguetear sobre los amantes. Suspiros anhelantes de caricias, gemidos creados por caricias; pronto, los dos chicos comenzaron a querer más y más, deseando dar rienda suelta a sus placeres más ocultos.
-Nm, Joe, no puedo esperar más –gimió Sora quitándole la camiseta a Joe.
-Yo tampoco –corroboró el chico con tono impaciente. Besaba apasionadamente cada rincón de piel que encontraba a la par que desataba la parte de arriba del bikini que aun llevaba Momo.
Siguieron unos momentos más hasta que Joe se separó de repente. Momo le miró inquieta y confundida. ¿No iría a echarse para atrás, no? Pero su novio parecía como si acabara de acordarse de algo. Iba a preguntar que qué era lo que ocurría cuando Joe volvió a besarla y ella volvió a perderse en el placer.
-Volveré en unos minutos –anunció Joe mirándola con una sonrisa. Momo asintió,  en éxtasis. Volvió a besarla y salió del camarote rápidamente.
La japonesa se quedó allí tumbada unos instantes y luego volvió a la realidad. Quizá habría ido a por un preservativo, era lo más normal. Pero cuando vio que estaba tardando más de la cuenta, decidió prepararse un poco mejor para cuando volviera. Aquel era un momento muy importante y tenía que estar perfecta.  
Pasó un cuarto de hora y Joe entró en el camarote tan rápido como había salido.- Perdóname, ya podemos… Wow –Joe se quedó sin palabras ante la belleza de Momo: estaba sentada delante de un pequeño tocador que había en el camarote y parecía como si se estuviera peinando su largo cabello, pero lo que más le impactó fue el nuevo conjunto que llevaba puesto: ya no llevaba la parte de arriba del bikini (ya se la había quitado él antes) y a cambio llevaba un blusón blanco, casi transparente, que dejaba ver completamente sus largas piernas y quedaba suelto desde el pecho desnudo. Desconocía cuándo Momo había añadido una prenda así a su armario, pero se lo agradecía de todo corazón.
-Has tardado –dijo con falso enfado, haciendo un pequeño puchero infantil con su boca. Se levantó y se acercó a Joe. Éste sintió como pequeñas descargas eléctricas viajaban a través de su cuerpo, excitándole.
-Estás preciosa –dijo cuando la tuvo delante de él, no pudiendo evitar besarla. Momo rodeó con sus brazos su fuerte cuello y ayudada por los brazos de Joe, se puso de puntillas y profundizó el beso. Se separaron unos milímetros para respirar y pudieron ver uno en los ojos del otro que el deseo crecía más y más entre ellos.
Joe sacó de un bolsillo del pantalón un pañuelo rojo y se lo enseñó a Momo. Ella lo miró curiosa pero después le sonrió en entendimiento. El chico le tapó con él los ojos, le dio un beso en la frente y le cogió de la mano.
-Déjame guiarte –escuchó Momo en su oído. 
Una voz sensual y juguetona que le prometía todo lo que ella quisiera y mucho más.
+.-o-.+
Salva miraba cómo dormía Eli sentado en la cama de Joe. En cuanto entró en la habitación la posó sobre su cama y se alejó de ella. Demasiados pensamientos turbios circulaban por su cabeza como para pasar más tiempo en contacto con ella. El moreno había tenido bastantes fantasías sexuales (tanto despierto como dormido) como para saber que sentía una gran atracción sexual por su novia. Y sinceramente, lo había pasado bastante mal cuando despertaba y se encontraba con un desagradable regalo “ahí abajo”. 
Esa pequeña sorpresa también le estaba haciendo pasar un mal rato en ese momento, aunque sólo estuviera mirándola. Pero es que se veía tan sexy con aquel vestido veraniego que dejaba transparentarse el sensual trikini, tumbada ahí en su cama… Parecía como su hubiese un cartel iluminado por luces de los colores más llamativos y que dijese: “Vamos… Ven aquí… Y tómame…”
Se levantó increíblemente rápido de la cama y casi tropezándose se metió en el baño para ducharse con el agua más fría que pudiese existir.
¡En serio! ¡Malditas hormonas!
+.-o-.+
-Ya hemos llegado –escuchó decir a Joe en su oído mientras le quitaba el pañuelo.
Momo observó emocionada el camino de pétalos de rosa que llevaba al lugar más apartado e íntimo de la piscina, decorado con velas alrededor de una gran cama formada por todas las hamacas.
-¿Te gusta? –preguntó mientras dejaba un dulce rastro de besos en la curva del cuello de Momo-. Te prometí que este momento sería especial… Lo he arreglado todo para ti –dijo abrazándola por detrás.
-Oh, Joe, es maravilloso –dijo sin apartar sus ojos de aquel sitio-. Gracias –acarició la cara de Joe.
-Vamos –Joe cogió su mano y caminaron juntos encima de los pétalos.
Cuando llegaron a la improvisada cama, se observaron unos instantes a la luz de la luna, las estrellas y las velas. El momento fue tan profundo e intenso que no se dieron cuenta de que habían comenzado a besarse y que caían suavemente sobre los cojines de las hamacas. El calor entre ellos se hacía cada vez mayor y ambos temblaban por el placer y el deseo que les producían los mutuos besos y caricias. El blusón de Momo, al que antes había agradecido, ahora le parecía molesto y pronto descubrió que se podía desabrochar por delante. Los perfectos y redondos senos de Sora quedaron al descubierto, haciendo que la chica se sonrojara pero no hiciera nada por ocultarlos. Este era el único nivel al que habían llegado otras veces y esa noche podrían llegar hasta el final. Joe masajeó con delicadeza uno de ellos mientras lamía suavemente el otro. Momo gemía mientras su vista se nublaba y su piel se erizaba. Sus manos acariciaban el pelo azulado de su chico y lo incitaban a continuar. En algún momento, Joe deslizó una de sus manos hacia la parte íntima de Momo. Introdujo sus dedos por debajo de la braguita del bikini y se encontró con la humedad que bañaba la intimidad. Escuchó un gemido mucho más fuerte que los demás y levantó la mirada. Momo cerraba los ojos en un gesto de fuerte placer y una de sus manos se aferraba a uno de los cojines. Se movió sobre ella e hizo que lo mirara, apoyó su frente con la de ella y dijo:
-¿Se siente bien? ¿Quieres que continúe? –preguntó moviendo lentamente los dedos allí abajo.
Momo volvió a gemir, pero no apartó sus ojos de los de Joe.- Sí, por favor, no pares –suplicó con tono impaciente y rápido, mordiéndose el labio inferior.
Y sin tener que decir más, Joe sonrió e introdujo en su cavidad un dedo. Momo se revolvió debajo de él y la besó para que se tranquilizara y pudiera seguir el ritmo que sus dedos marcaban. Esta vez Momo se abrazó a la ancha espalda de Joe y éste se dedicó a besar su cuello. 
-Estás muy mojada –susurró Joe contra su hombro.
-E-Es…mn…culpa t-tuya… ¡ah! –respondió a duras penas la chica que le mordió juguetonamente el lóbulo de la oreja.
Joe gruñó de placer y aumentó el ritmo de los dedos. Escuchó que los gemidos de Momo se convertían en pequeños gritos advirtiendo de la llegada del orgasmo. De repente, Sora lo empujó y quedó encima de él, haciendo que sus dedos salieran de ella. Hubo unos momentos de sorpresa por parte de Joe pero se convirtieron rápidamente en besos acalorados de Momo por todo su torso hasta llegar a la zona de la pelvis, donde paró y con una mirada felina y juguetona sacó de uno de los bolsillos del bañador de Joe un preservativo. Se lo enseñó con una sonrisa y dijo:
-Es mi turno –dijo mientras desataba el cordón del bañador y se lo bajaba.
Vio con una sonrisa ladina la reacción tan adorable que tuvo Momo cuando se encontró cara a cara con su miembro, tan erecto y activo. La chica se sonrojó como nunca, se bloqueó unos instantes, pero no apartó la vista de lo que pronto la penetraría. Logró calmarse y acostumbrarse a verlo, y miró a Joe con cara divertida, como diciéndole que ella podría con la situación. Joe la observaba tranquilo: sabía que cualquier cosa que hiciera su chica en ese momento le provocaría placer. Tan acertado estaba su pensamiento que cuando Momo tomó entre sus manos a su “amigo”, no pudo evitar poner los ojos en blanco y gemir. Momo sonrió al ver el placer que le provocaba a Joe y comenzó a mover las manos. 
-Ah… Momo… C-Como sigas así… Yo… -balbuceaba entre gemidos el ojiazul. Como siguiera así, no aguantaría mucho más.
Momo paró y abrió cuidadosamente la bolsita del preservativo. Lo cogió por la punta y lo colocó en el miembro de Joe lentamente para que no se rompiera. Antes de ni siquiera levantar la vista, Joe ya estaba encima de ella, quitándole la húmeda braguita.
-Te noto impaciente –dijo Momo con tono divertido.
-Es culpa tuya –respondió repitiendo la misma frase que ella. 
Momo rio y se besaron. El último beso antes de entregarse el uno al otro, apasionado e intenso.
-¿Preparada? –preguntó Joe mirándola a los ojos.
-Más que nunca –respondió con decisión y una sonrisa.
-No te dolerá –aseguró el chico contra sus labios.
Comenzó a introducir su miembro en la cavidad de la chica, lentamente. Sintió las cálidas paredes contraerse alrededor de su miembro y terminó de penetrarla. Momo arqueó levemente la espalda mientras que los labios de Joe buscaban los suyos. Las embestidas eran lentas pero profundas, ambos cuerpos cubiertos de una fina capa de sudor que se convirtió en pequeñas gotas que caían sobre los cojines a medida que aumentaba el ritmo de las estocadas. 
La luna y las estrellas fueron los únicos testigos de aquella pareja de adolescentes susurrándose palabras de amor, abrazados mientras hacían el amor.
El sonido desesperado de sus gemidos indicaba que el climax estaba cerca para ambos. Se cogieron de la mano y con unas embestidas intensas y profundas, exclamaron sus nombres al llegar al orgasmo.
Se quedaron en silencio, observándose el uno al otro y recuperando la respiración. Momo acarició con amor el rostro de Joe, quien le devolvió una sonrisa tranquila y alegre que reflejaba claramente sus sentimientos y emociones. Se enfrascaron en un beso lleno de esperanzas y promesas para un futuro muy próximo, cuando comenzó a caer una fina lluvia sobre ellos.
Los dos miraron sorprendidos al cielo pero comenzaron a reírse y a besarse de nuevo. Las velas comenzaron a apagarse y un trueno les avisó que la cosa iba a empeorar. Aun así, ellos sonrieron y cuando se vistieron, recogieron deprisa y corriendo todo.
Quizá seguirían con lo suyo en el camarote. Nada ni nadie conseguiría arruinarles su noche especial.
+.-o-.+
La lluvia comenzaba a intensificarse y a dar paso a una pequeña pero peligrosa tormenta. Los truenos se oían a lo lejos y los rayos se asomaban de entre las nubes. Paulino se levantó inmediatamente y se metió lo más rápido que pudo en la cabina de pilotaje. Mantendría a salvo el barco costase lo que costase.
Mientras, Salva se despertó de sopetón al casi caerse de la cama por una fuerte sacudida. Se asomó alarmado por la ventana y descubrió lo que estaba sucediendo. Miró un poco preocupado a Eli que seguía dormida plácidamente. Esperaba que no se agravaran más las cosas. Iba a tumbarse de nuevo en la cama mientras pensaba en la cara que estaría poniendo Joe ahora mismo, pero una voz adormilada lo detuvo:
-¿Salva? –preguntó Eli refregándose los ojos- ¿Qué haces aquí? 
-Eli –exclamó un poco nervioso- Estás en mi camarote. Momo me dijo que Joe y ella verían una película en el vuestro y te traje aquí cuando te encontré dormida –explicó más tranquilo de lo normal. Suponía que era gracias a aquella ducha polar que se había dado horas antes.
-Ah, está bien, gracias –agradeció con una linda sonrisa. Salva asintió, sonrojado. El barco se volvió a mover bruscamente haciendo que Salva se agarrara de la mesa de escritorio que había en el camarote-.  ¿¡Qué pasa!? –preguntó muy alarmada Eli.
-Estamos en medio de una tormenta –dijo Salva volviendo a mantener el equilibrio.
-¿En serio? –incrédula, se levantó y observó por la ventana- Madre mía… -dijo en un murmullo asustado.
-Tranquila, este tipo de tormentas suele acabarse pronto –dijo acercándose a ella en un intento de calmarla y de paso él también hacerlo.
-Salva… ¿Puedo dormir contigo? –preguntó aun mirando por la ventana.
-¿Eh? Um, claro… -respondió olvidándose completamente de la tormenta. ¿Necesitaría darse una ducha de nuevo?
-Gracias –agradeció de nuevo cogiéndole de la mano.
Salva notó que ella estaba temblando un poco. Sonrió enternecido ante el miedo de Eli y le besó cariñosamente la frente.- Vamos –invitó Salva con un movimiento de cabeza.
Eli asintió, sonrojada, y le siguió hasta la cama. Ella estaba muy nerviosa, igual o incluso más que Salva. Es decir, ya habían dormido juntos otras veces pero cuando eran mucho más pequeños y no sabían de sus sentimientos actuales. Por eso sintió un poco de alivio al ver que Salva le dejaba hueco en la cama y le decía:
-Si te molesto o estás incómoda, dímelo y me colocaré de forma que no lo estés –dijo tumbándose y alejándose de ella. Al parecer, el chico no quería incomodarla con su tacto ya que se podría malinterpretar. Aquel gesto hizo que sonriera y pensara que Salva, sin duda, era lo mejor del mundo. Ya estaba mucho más relajada gracias a él.
-Está bien; entonces, ¿podrías acercarte más? –preguntó con una sonrisa. Salva dudó unos instantes pero lo hizo, aunque solo un poco.- Un poquito más –dijo Eli poniendo los ojos en blanco ante la cabezonería de Salva- Vamos, Salva que no te voy a comer, acércate más –Salva se acercó rápidamente al escuchar el tono de demanda de su novia y prefirió no enfadarla- Eso es. Ahora estoy perfectamente bien –dijo Eli acurrucándose contra en pecho de Salva.
Podía escuchar el sonido frenético de los latidos del corazón de su novio. Poco a poco los brazos de Salva la fueron rodeando y su corazón tranquilizando. Eli apoyó sus manos sobre su pecho y se dejó mecer por el profundo y rítmico movimiento de las respiraciones de Salva.
-Eli, te quiero –dijo Salva contra su liso y rubio pelo.
-Y yo mucho, mucho, mucho más –respondió feliz, una pequeña lágrima resbalando por su mejilla.
Y el suave olor de Salva, sus lentas y acompasadas respiraciones y sus cálidos y protectores brazos, la acompañaron hacia el mundo de los sueños.
+.-o-.+
Un rubio, todavía bastante dormido, salió a cubierta cuando ya estaba amaneciendo. Saludó con una mano al padre de Carl que los había sacado de la tormenta y se apoyó en la barandilla para observar el cielo que se había quedado despejado.
Había dado muchas vueltas aquella noche a causa de la tormenta pero agradecía el dicho que decía: <<habrá luz después de la tormenta>>. Después de que aquellas nubes tormentosas desaparecieran, un sol enorme y radiante asomó por el horizonte tiñendo de amarillo y naranja el cielo plagado de estrellas.
Aquello le recordó a las noches cuando era niño y no podía dormir, siempre acompañaba a su abuelo a ver los amaneceres. Ahora que él ya había fallecido, esperaba que se hubiera convertido en alguna de aquellas estrellas que esperaban para ver el amanecer. No se dio cuenta de que, con aquellos recuerdos, las lágrimas comenzaron a caerle de los ojos.
-Marc –llamó una vocecilla detrás de él. 
Se limpió rápidamente las lágrimas y se dio la vuelta para encarar a aquella persona que le llamaba. Valen estaba de pie frente a él, vestida con unos pantalones cortos de pijama y una camiseta de tirantas. Se refregaba los ojos en un intento de mantenerse despierta.
-¿Estabas llorando? –preguntó acercándose.
Marc sonrió levemente. Valen sabía exactamente cómo se sentía, y era casi imposible mentirle. Cuando estaba a unos centímetros de él, levantó una mano y la posó sobre su mejilla. Marc ladeó la cabeza y dejó que Valen le acariciara. Cogió su mano libre y la mantuvo entre la suya. Abrió los ojos y se encontró con una despeinada y radiante Valen que le daba todo su amor las 24 horas al día. La atrajo más hacia él y la besó dulcemente. 
Y así, apoyados en la barandilla, se besaron mientras el sol ascendía en el cielo estrellado. 
-¡Tierra a la vista! –gritó Paulino desde la puerta de la cabina.
Marc y Valen se separaron por la sorpresa y pronto los demás chicos fueron apareciendo desde dentro del barco para unirse a ellos y mirar por la barandilla hacia el horizonte.

Por fin comenzaban sus vacaciones.

5 comentarios:

  1. Me sorprende en demasía lo bien que están escritas las escenas de sexo para la edad que teníamos, alucinante.

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    1. Ya ves xD
      Yo terminé de releérmelo anoche y la verdad que el lemon me pareció bastante bueno jajaja
      No sé si por entonces ya había escrito el de mi historia SasuSaku o este fue el primero, la verdad x3
      Sin embargo, ya había leído muchos fanfics SasuSaku así que iba bien informada (LMAO X'D)

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  2. Han pasado tres años desde esto... La nostalgia me invade a cada frase que leo, ¡qué tiempos!

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